viernes, 24 de febrero de 2017

Los zapatistas y el nuevo presidente: diálogo imaginario sobre la situación del país.


February 21, 2017

Rogelio estudia en la Ciudad de México. Sobresale en su Facultad y se precia de tener “conciencia social.” Pero no es un radical, no, no, claro que no, entiende que hay que respetar las instituciones e integrarse en el sistema si quieres ver un cambio real. Se reúne con un amigo suyo, Carlos, que dejó de ir a clases un rato y ahora lo nota raro, como sombrío, ya no se entusiasma con los mensajes “sociales” que antes compartían los dos. Rogelio llega al café con sus mejores ropas (que no son demasiado lujosas, sabe aparentar cierta soltura). Carlos está vestido muy raro, como parecido a lo que le ha visto a la gente de los pueblos.

ROGELIO: ¡Carlos! ¿Cómo has estado? Tanto tiempo sin vernos.

CARLOS: Hola, Rogelio. Sí, mucho tiempo, ya no hemos coincidido.

ROGELIO: Pero, ¡hombre, Carlos! ¿Qué te pasa? No te ves muy animado. ¿Qué? ¿No te enteraste de que tenemos nuevo Presidente? ¡Ya cayó el dictador!

CARLOS: Y ¿qué diferencia hace?



ROGELIO: ¡¿Cómo que qué diferencia?! Vamos, Carlos, no puedes decir esas barbaridades, tú eres listo, eras de los listos, junto conmigo, seguramente tú entiendes que el dictador tenía que caer.

CARLOS: Sí, y me alegra que ya no esté, en serio, pero me parece que en el camino de tirarlo la gente se olvidó de por qué queríamos tirarlo…

ROGELIO: No, no, Carlos, por favor, eso es absurdo. A nadie se le olvida que el dictador era un corrupto, que regalaba los puestos a sus familiares y amigos, que terminó siendo un estorbo para los empresarios y que por eso perdió su respaldo…

CARLOS: ¡Es que justo ese es el problema! Todos se acuerdan de esos escándalos porque son los que más molestaron a los ricos, son de los que más se quejaron en la prensa, justo porque les estorbaba para hacer negocios, pero ¿no te acuerdas de cómo reprimió… no, ¿cuál reprimió? masacró a nuestra gente para defender las ganancias de esos mismos ricos? Acuérdate de que todos los cambios que le hizo al país, los hizo para que los ricos se hicieran más ricos y los pobres se hicieran más pobres. Ahora, este nuevo presidente que tanto celebras ya prometió “perdonar y olvidar” tantos y tantos crímenes contra el pueblo (y no me refiero a la corrupción, caray; los crímenes contra la gente son peores que los crímenes contra el dinero). Además, se está rodeando de gente del viejo gobierno, ¡es más de lo mismo!

ROGELIO: Ay, Carlos… ya veo que eres uno de esos radicales. De seguro hasta te molesta que el nuevo Presidente sea nacionalista, ¿verdad?


CARLOS: La verdad, no me parece, pero si hay que ser nacionalista, creo que lo está siendo de muy mala manera.

ROGELIO: ¿Qué? ¿Cómo que…? Bueno, luego vamos a eso, primero que nada, quiero tocar los puntos que mencionaste. Yo creo que eres muy listo y me sorprende que estés repitiendo propaganda, porque eso es lo que dices: pura palabrería y propaganda.

CARLOS: Ah, y ¿lo que tú dices no? Y si no fuera “listo” según tus estándares, ¿simplemente asumirías que no sé lo que digo y me ignorarías por completo? ¿Solo los (poquisísimos) que pudieron educarse tienen derecho a opinar?

ROGELIO: ¡Bueno, Carlos! No te pongas así, así no podemos platicar a gusto. Ven, siéntate. Mira, todo lo que digo es que hay que ser prácticos: el dictador era tan incompetente y corrupto, pero tanto tanto, que dejó al país en un caos completo. Ahora lo que importa es la estabilidad, que el territorio pueda gobernarse, ¿entiendes? Vaya, los empresarios no van a invertir si el país es un desastre.

CARLOS: Entiendo lo que dices, ese no es el problema, lo que pasa es que partes de supuestos con los que yo no concuerdo: por principio de cuentas, ¿por qué quieres que el país pueda gobernarse?

ROGELIO: ¡Ay, Carlos…!

CARLOS: No, no, escúchame en serio. ¿Para qué? ¿No ves que son los mismos policías y militares que le ayudaron al Dictador a reprimir al pueblo los que ahora rodean al nuevo presidente? ¿No ves que están más que dispuestos a seguir con lo mismo? Pregúntate, ¿para qué llenó el dictador al país de militares? Afuera de esta Ciudad la respuesta es clara: los militares siempre actuaron para defender las inversiones, para atacar a los campesinos y trabajadores que defendían sus intereses. Sabiendo esto, ¿para qué quieres más inversiones? ¿Para que sigan matando a nuestra gente con tal de defenderlas?

ROGELIO: Bueno, Carlos, pero ¿de qué propones que viva la gente? Estamos en crisis, necesitamos que traigan dinero. Si nos concentramos en reclamar por cosas del pasado, jamás vamos a salir adelante. Es momento de mirar al futuro, esto es algo que lo entiende muy bien nuestro nuevo Presidente, por eso dijo lo de perdonar. Además, ya aclaró que solo se refiere a que respetará la independencia del Poder Judicial.

CARLOS: Ah, esa sí… En el Poder Judicial está pura gente del Dictador, ¿en serio crees que van a perseguir a sus congéneres? Más aún, si no hay castigo para los culpables de lo que ya pasó, ¿qué garantía hay de que no volverán a masacrar al pueblo? Una de dos: o no le interesa detener las masacres, o le da miedo confrontar a los militares, a los que puso el Dictador, ¿tú que crees que sea?

ROGELIO: Ay, pues no sé, Carlos, pero responde mi pregunta: si no es con inversión privada, ¿cómo vas a emplear a la gente?

CARLOS: En México ya tenemos todo lo necesario para que todos tengamos empleo, lo que pasa es que está mal distribuido. Los patrones nos hacen creer que hay pocos empleos para que así compitamos entre nosotros por esos “pocos” puestos, saben que así pueden mantenernos divididos…

ROGELIO: Carlos, Carlos, eso ya lo sé. Como tú, yo también era socialista, pero ahora los tiempos son otros: no puedes esperar todo de la noche a la mañana, dale tiempo al Señor Presidente, con su liderazgo honesto, seguro llegará la prosperidad y, con ella, se acabarán la pobreza y la desigualdad.

CARLOS: Como el presidente, usas lenguaje de empresario, ¿no te acuerdas que eso mismo es lo que dicen los políticos desde siempre? Siempre, siempre, justifican sus medidas antipueblo y proempresa con la cantaleta de que si facilitamos la inversión se acabará la desigualdad. Pasó mucho tiempo para que dejáramos de creérselo al Dictador y sus amigos, ¿ahora repites y defiendes esos viejos argumentos nomás porque el que los dice es nuevo?

ROGELIO: Bueno, bueno… mira, yo sé que tú tienes tus ideas, y es triste, la verdad, que no veas la razón, pero, bueno ¿ya qué? Ya ganamos, ahora todos se están sumando al proyecto y sí, bueno, quizá el Presidente se está moderando un poco, pero, vaya, no quiero sonar grosero, pero, pues ¿qué vas a hacer? Si en serio quieres ayudar a la gente tu única opción es apoyar al gobierno.

CARLOS: También están los zapatistas…

ROGELIO: ¡Los zapa…! ¡En serio, Carlos, te estás pasando! ¡Los zapatistas, en serio!

CARLOS: Ya, ya, vamos. Ahora tú siéntate. ¿No que querías platicar?

ROGELIO: Es que yo sí quiero platicar, ¡pero de cosas sensatas, Carlos! Justo ahora que estamos en la cima, ¡justo ahora sales con radicalidad y división!

CARLOS: Pero, ¿es que en serio pensaban que podían venderse tanto y que no iba a pasar nada? ¿Pensaban que nadie les iba a presentar oposición? No digo que tú, vaya, tú nomás los sigues, pero ves a lo que me refiero, ¿no? La arrogancia del nuevo presidente y de su gente no tiene límite.

ROGELIO: ¡Necesitamos unidad, Carlos! Tienes mucha razón, los enemigos de la libertad siguen aquí, ¡pero por eso mismo la respuesta es juntarnos más, no dividirnos!

CARLOS: ¿Juntarnos con quién? ¿Con esos mismos enemigos? Prácticamente ya se juntaron con todos los que no son literalmente familiares o amigos personales del Dictador. Cada día que pasa se juntan más, al rato ya ni podremos distinguirlos.

ROGELIO: Eso que dices es irresponsable, ¡es irresponsable siquiera pronunciarlo! Los que somos conscientes, los enemigos del dictador, ¡tenemos que unirnos para defender al nuevo gobierno!

CARLOS: Te estás exaltando. Ustedes los moderados suelen ser los más intolerantes y gritones contra la oposición verdadera.

ROGELIO: Mira, Carlos, no puedes ser tan ingenuo. ¿Quién crees que está detrás de ese levantamiento? Obviamente es el mismo grupo del dictador, si no ¿por qué atacarían al nuevo Presidente?

CARLOS: Aquí el ingenuo eres tú, Rogelio, o simplemente finges ignorancia para ver si yo también soy ignorante y me creo lo que me digas. ¿No sabes que los zapatistas llevan años luchando? Y ¿contra quién crees que han luchado? ¿Quién crees que hasta su último día en el cargo dirigió los grupos armados (oficiales y no) para que atacaran y minaran a las fuerzas zapatistas? ¡Los zapatistas siempre fueron los mayores enemigos del tirano! Si ahora no apoyan al nuevo presidente es porque ellos tienen muy claro por qué pelean, no se van a conformar con un cambio tan chico, mucho menos si es integrando a la gente del Dictador…

ROGELIO: Yo insisto en que me parece sospechoso, todo muy conveniente para la gente del dictador, ¿no crees?

CARLOS: Esa gente no tiene por qué estar conspirando con campesinos indígenas armados (que además los odian) contra el presidente, si él mismo los mete en su equipo. Lo que pasa es que de nuevo pecas de arrogancia: crees que tu gallo es el non plus ultra de la oposición, que cualquier crítica debe de ser un engaño del enemigo, ¿verdad? Además, aunque no lo admitas, se nota que en el fondo desconfías de que los indígenas puedan realmente proponer algo por su cuenta, asumes que deben de estar manipulados. no, claro, tú eres crítico y tus convicciones son sinceras, pero las suyas han de ser un truco. Niégalo si quieres, pero fíjate cómo estás del mismo bando que los que dicen sin tapujos que los indios son ignorantes, estás del bando de la Colonia.

ROGELIO: Eso es injusto, ¿ahora tengo que creer todo lo que ellos digan nomás porque son indígenas? Terminaré siendo igual de borrego que como tú me acusas.

CARLOS: Nunca dije que tuvieran razón porque son indios, simplemente menciono que la idea de que están manipulados tiene, en el fondo, una base colonial.

ROGELIO: Pero, es que, a ver, dime: ¿qué hay de toda la lucha que hemos tenido que dar para deshacernos del tirano?  El nuevo Presidente lleva muchos años luchando, en su equipo no solo hay figuras del régimen pasado, sino gente que ha demostrado su compromiso también en la lucha. Mencionaste la represión, los encarcelados y asesinados, ¿no crees que es una falta de respeto a su memoria no sumarse al proyecto que reemplaza al régimen que los reprimió? Si no, entonces ¿para qué fue tanta lucha?

CARLOS: Yo me opuse al dictador por las cosas que hacía, respaldé a los que exigían que se fuera porque eso representaba un golpe a la institución presidencial, casi absolutista en este país, pero no caí en el error de pensar que él como persona era la causa de todo. No sé si me explico: el dictador era malo por las cosas que hacía, no las hacía porque fuera malo, de nada sirve reemplazarlo si el que sigue va a hacer lo mismo.

ROGELIO: No hará lo mismo, no será ladrón. Al nuevo Presidente no se le ha podido comprobar ningún caso de corrupción, por eso tiene tanto respaldo.

CARLOS: Pues qué pobre está tu estándar para merecer respaldo, entonces. Nuestro pueblo ha sufrido mucho, ha enfrentado la represión más brutal y más descarada por defender sus derechos. Hablas de respetar su lucha, pues yo creo que sería un insulto decir que después de tanto tiempo todo ese heroísmo sirvió nada más para instalar un gobernante “normal, pero no corrupto.” No vale la pena pasar por cárcel, tortura, asesinatos políticos, nada más por un gobierno que no robe. La gente que pasó por eso lo hizo por la justicia y la libertad.

ROGELIO: Fueron más de treinta años de dictadura, cualquier manera de salirnos es válida.

CARLOS: No, lo siento, ahí tengo que disentir tajantemente: si para ganar están dispuestos a ceder todos sus principios, esa no es victoria.

ROGELIO: Pues muy bonita tu sentencia, amigo, pero…

CARLOS: Pero ¿qué? A ver…

ROGELIO: No sirve de nada.

CARLOS: ¿Cómo que no? ¿Acaso no tengo razón?

ROGELIO: Es que ese no es el punto.

CARLOS: No, a ver, dime ¿en qué no tengo razón?

ROGELIO: No, en serio lo digo: ese no es el punto. ¿De qué te sirve tener razón si permaneces marginal, aislado, sin poder? Los zapatistas llevan su proceso, bueno, está bien, pero ellos llevan años construyéndolo. Aquí en la Ciudad, te guste o no, la mejor opción es ayudar al nuevo Presidente.

CARLOS: Limpiar la imagen del capitalismo, justificar que los asesinos del pueblo permanezcan impunes, esa no es una opción aceptable. Prefiero mantenerme fiel a mis principios.

ROGELIO: Bueno, es que aquí me parece que solo estás siendo necio, Carlos. Hace rato mencionaste la arrogancia, ¿no te parece el colmo de la arrogancia negarse a ayudar, aunque sea un poco, a la gente de la que tanto hablas, solo porque para eso tengas que aceptar algunas cosas con las que no concuerdas?

CARLOS: Mi conciencia no me dejaría tranquilo si acepto tanto, Rogelio.
Entiendo a lo que apelas, pero eso es ceder demasiado, es volverse cómplice. Ya no estaría ayudando a la gente, estaría ayudando a los que tanto he combatido. No solo eso: estaría traicionando a todos los que se han sacrificado por un cambio radical. Ellos lo dieron todo por conquistar la utopía, ¿vamos a olvidarnos de ellos solo porque el enemigo nos ofreció un cargo importante?

ROGELIO: Es que justo a eso voy: el punto no es permanecer puro y con la conciencia tranquila, el punto es alcanzar una posición en la que puedas hacer algo por tu gente. Al fin y al cabo, cuando un revolucionario opta por la violencia y toma las armas, ¿no está suspendiendo algunos principios (la compasión, el amor al prójimo) a cambio de alcanzar sus objetivos y, así, obedecer a sus ideales a una escala mucho mayor de lo que le sería posible en la vida privada? Si ya podemos hacer algo similar de manera pacífica, ¿por qué tendría entonces menos mérito?

CARLOS: Porque esa vía, la moderada, no es nada pacífica. Aún hoy con el nuevo presidente se sostiene con violencia: caza y extermina a los que le son inconvenientes, que en nuestro país suelen además ser indígenas, por lo que sigue la misma opresión desde la Colonia. Los moderados se jactan de ser muy pacíficos, pero esto es solo porque defienden una estructura social y política que mantiene la violencia lejos de sus ojos. La relativa tranquilidad de unos cuantos en las ciudades se construye con el sufrimiento de los pobres y la brutalidad desmedida en el campo. Quizá para luchar se cedan algunos ideales, pero para mantenerse impasible es necesario negar o aceptar muchísimo sufrimiento humano. Respondiendo a tu pregunta, tiene menos mérito porque es hipócrita, porque se ufana de una autoridad moral que solo existe en un mundo muy reducido.

ROGELIO: Pero, es que ¡el cambio ya llegó! Puedes argumentar todo lo que quieras, pero, en los hechos, ya hay un nuevo Presidente y debemos de apoyarlo. ¿En serio prefieres seguir en la oposición que unirte a un proyecto con tanto tanto respaldo?

CARLOS: Como ya dije, prefiero mantenerme fiel a mis principios.

ROGELIO: Ajá. Muy fiel, muy fiel, pero al final de cuentas es una posición muy cómoda, ¿no crees? Evitas la responsabilidad que implica defender al bando que ocupa un cargo público, que está a la vista de todos, donde cada cosa que haga será criticada, en parte por otros bandos listos para reemplazarlo al primer descuido, pero en parte por gente como tú, Carlos, que prefiere quedarse en el margen, en la mera esquina, donde, para fines prácticos, conviertes la oposición en un modo de vida y no en una herramienta para mejorar el mundo.

CARLOS: ¿Te parece muy cómodo vivir en rebeldía? El gobierno, con el presidente que sea, caza y extermina a los que representan una verdadera amenaza. En cambio, felicita y protege a los que se someten a sus reglas, a condición, claro, de que condenen y reprendan las opciones radicales. ¿Crees que solo los moderados están a la vista de todos? No, al contrario, los radicales somos examinados con mucho más cuidado y mucha más malicia. De hecho, los moderados solo tienen que preocuparse de la imagen y reputación de su líder, pero los radicales en todo momento están siendo evaluados junto a sus principios y viceversa. ¿Te atreves, en serio, a comparar el escrutinio público a la represión? Sería mucho más sencillo, créeme que lo he visto en tu caso y en otros, sería mucho más sencillo decirle a la gente lo que quiere oír y ya. Repetir los discursos oficiales, asegurarle a los que me oyen que lo que ya creen está muy bien y que son muy listos por creerlo, seguro eso me haría más agradable a sus ojos, más aceptable, ciertamente viviría más seguro si me dedicara a engrandecer la vanidad pública, porque ¿cómo? ¿cómo se atreven un montón de indígenas revoltosos a contradecir al señor presidente? No, no, no, seguro están siendo necios, si no es que manipulados. Sí, de seguro manipulados. Y no digas sandeces, Rogelio, a los únicos a los que escucha el nuevo presidente es a los ricos y a los poderosos, a ellos los mete en su equipo de trabajo, lo que digamos los demás le tiene sin cuidado, en realidad no nos escucha, sino que nos quiere ver callados, sin armar escándalo, como buen policía que es. Su plataforma es un púlpito para los ricos y una mordaza para los pobres, solo que a esta le pone un águila nacional y te llama traidor si no le agradeces que te la ponga.

ROGELIO: ¿Esa es tu crítica a su nacionalismo?

CARLOS: Básicamente, pero ¿entiendes lo que te digo?

ROGELIO: Sí. Ya lo he oído antes y, la verdad, no sé qué decirte. Sigo sin entender por qué no te unes a un proyecto ganador, ¿es que quieres ser oposición para siempre?

CARLOS: De plano creo que no me entendiste nada. Con tal de llegar al poder, el nuevo presidente se rodeó de empresarios y políticos que estaban con el Dictador. Para mí eso no es ganar. Tampoco plantea un cambio de fondo, no reta al capitalismo, pues, al contrario, ahora va a defenderlo con la excusa de que ya no es corrupto, de que como ya no está el Dictador ya no tenemos por qué quejarnos. Tanto pelear para al final defender la injusticia, para mí eso es más bien perder.

ROGELIO: Creo que nunca voy a entenderte. Diría que es por mi origen social, pero venimos de la misma clase, así que tampoco es eso. Será que nuestros caracteres son muy distintos. Hasta ahora coincidíamos en oponernos al dictador, pero ahora que el nuevo Presidente llegó al poder, nuestras diferencias ya son innegables. Creo que vas a sufrir mucho en la Ciudad durante esta nueva era.

CARLOS: Sí, bueno… oye, al final no te dije por qué no me parecía su nacionalismo.

ROGELIO: Ah, es cierto. Dime, a lo mejor esto lo entiendo.

CARLOS: Está bien, no te preocupes por eso. No lo entiendes porque no has tenido que entenderlo, ahora que el nuevo presidente va en ascenso, sus seguidores serán cada vez más necios. Estoy seguro que muchos de ellos podrían oír toda nuestra conversación y salir pensando exactamente lo mismo que antes. Es muy difícil salirse de la opinión mayoritaria si no tienes el temperamento adecuado para ello.

ROGELIO: Bueno, ya, dime, no la hagas tanto de emoción.

CARLOS: La verdad es muy sencillo. Creo que su nacionalismo está muy “arriba”, por así decirlo. Es el nacionalismo de la bandera, del monumento, del reunir a la gente para que agradezca ser esclava, todos alrededor de una idea impuesta, ya hecha y terminada. Yo creo que lo correcto sería un patriotismo de abajo, en el sentido en el que patria puede ser familia, clan, comunidad. Vaya, la objeción política, por decirle de alguna manera, es que el nacionalismo del nuevo presidente no incluye a los trabajadores ni a los pueblos indígenas, pero creo que la solución no está nada más en mencionarlos, porque creo que ese patriotismo por más que intente siempre los estará traicionando, y si los menciona será para falsearlos, petrificarlos en una idea que no es suya y que no está viva. Al fin y al cabo, se trata de un presidente, ¿no? Que saluda a la bandera y construye monumentos. El Dictador hacía lo mismo, justificó todo lo que hizo, hasta lo más atroz, en el interés de mantener “unida y fuerte” a la patria. Y le salió porque se refería a una patria alta, que sale de lo alto de la asta bandera y podemos verla en un monumento grandote, porque está ahí, pues, porque viene de lo alto y se nos impone. Nos acostumbramos a pensar así, que la patria viene de arriba y que los de abajo la respetan porque es fuerte, más que eso, porque ya es. Ya está hecha y le debemos obediencia, tenemos que ajustarnos a ella y defenderla. Vale independientemente de nosotros. Entonces, para defenderla se puede y se debe aplastar a la gente. Yo creo que el nuevo presidente solo repite ese patriotismo. Pero si fuera una patria de abajo, yo creo que sería muy distinta. Estaría tejida de persona a persona, su extensión seríamos cada uno de nosotros, no sus bellos paisajes ni sus edificios históricos. Si la patria viniera de abajo, si viéramos en cada persona el símbolo nacional que ahora vemos en la bandera o el monumento, entonces jamás podrían decirnos que la defienden cuando nos golpean, o nos torturan, o nos encarcelan o nos asesinan, porque sería una nación hecha de cada persona, y la más pequeña ofensa a cualquiera sería una traición a todos. Los criminales quedarían expuestos, obvios, y la patria no sería algo ajeno que tenemos que aceptar sino algo siempre nuevo, vivo, que surge cada vez que nos juntamos, que nos vemos, no un concepto opresor sino la certeza de que nos conocemos y de que conocernos vale la pena porque no sería una identidad fija sino amor por el ritmo siempre nuevo de la vida. Yo quiero un patriotismo así, que nos enseñe a defender una variedad infinita y no a morir por un monumento que nos endilgaron. Cuando oigo al nuevo presidente hablar, no puedo emocionarme, porque habla de defender o servir a la misma nación que defendía el Dictador. Si hablara de algo completamente distinto, basado en la gente, en sus ritmos, en su creatividad colectiva e infinita, entonces podría empezar a creerle.
No sé, quizá lo que digo no tiene mucho sentido, o no compagina con cómo funciona la mente, pero yo creo que ya se está construyendo este modo de vivir, y yo creo que ese esfuerzo sí merece nuestro apoyo. Disculpa si divagué un rato.

ROGELIO: No, al contrario… sabes, creo que ahora te entiendo un poco mejor, pero, bueno, ya es hora de que me vaya. Aunque, antes de irme, quiero que me digas algo: no planeas quedarte a ver la revolución desde lejos, ¿verdad?

CARLOS: No puedo decir cosas irresponsables.

ROGELIO: Yo sé, solo prométeme que te cuidarás, a donde sea que vayas.
 Créeme que nunca he sentido otra cosa para contigo que no fuera buena fe.

CARLOS: Bueno, Rogelio, tampoco te pongas meloso, estamos muy sobrios para esos tonos. ¿Qué? ¿No crees que nos volvamos a ver?

ROGELIO: Con ese carácter no creo que dures ni un día en la bola.

CARLOS: Dicen que esos días valen por años, yo digo que así está bien.


Fin

 Fuente de origen: Nuevo blog de Manzano

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