En el año del alzamiento apenas tenían
energía de una batería de carro y un par de computadoras antediluvianas,
nada de teléfono y mucho menos Internet.
Hermann Bellinghausen
México, DF. A
confesión de parte. El subcomandante Marcos desenmascaró
anoche la verdad del arsenal cibernético del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) que en 1994, al alzarse en armas en las
montañas de Chiapas, fue llamado “la primera guerrilla del siglo
XXI” (cortesía de Carlos Fuentes) y “ciberguerrilla”. Apenas
tenían energía de una batería de carro y un par de computadoras
antediluvianas, nada de teléfono y mucho menos Internet.
“En los primeros días
de nuestro alzamiento, después del cese al fuego, había mucha bulla
sobre el ezetaelene”. Estaba “la parafernalia mediática que la
derecha suele levantar para imponer silencios y sangre”. Algunos de
los argumentos de entonces “son los mismos que ahora, lo que
demuestra lo poco moderna que es la derecha y lo anquilosado de su
pensamiento”, escribe en su nuevo comunicado, “Mirar y
comunicar”, dentro de la serie “Ellos y Nosotros” que inició
en enero pasado.
“Se empezó a decir que
la del EZLN era la primera guerrilla del siglo XXI (sí, nosotros que
usábamos todavía la coa para sembrar, que de la yunta de bueyes
-sin agraviar- sabíamos de habladas, y que el tractor sólo lo
conocíamos en fotografías). Que el Supmarcos era el
guerrillero cibernético que, desde la selva Lacandona, lanzaba al
ciberespacio las proclamas zapatistas que darían la vuelta al mundo,
y que contaba con comunicación satelital para coordinar las acciones
subversivas que se realizaban en todo el mundo”.
Resulta que todavía en
vísperas del alzamiento, el “poderío cibernético zapatista”
era una computadora de discos flexibles “grandotes” con un
sistema operativo “Dos versión menos uno punto uno”. Además de
jugar Pacman, “la usamos para la ‘Primera Declaración de la
Selva Lacandona’, que reprodujimos en una de esas viejas impresoras
de matriz de puntos, que hacía más ruido que una ametralladora”.
Entonces, ¿qué sucedió?
El vocero zapatista escribe: “Un joven estudiante en Texas, USA,
tal vez un nerd (como le dirían ustedes), hizo una página
web y le puso sólo ‘ezln’. Ésa fue la primera”. Allí
empezó a “subir” ahí todos los comunicados y cartas que se
hacían públicos en la prensa escrita. “Gente de otras partes del
mundo, que se enteraba del alzamiento por fotos, imágenes video
grabadas, o por notas periodísticas, buscaba ahí lo que era nuestra
palabra. A ese compa nunca lo conocimos. O tal vez sí”.
Según Marcos,
nunca se identificó, “pudo haberlo hecho, y los agradecimientos
siempre hubieran sido pocos, pero no lo hizo”. Y añade que “luego
hay gente así”, que “hace las cosas sin pedir nada a cambio, sin
cobrarlas, ‘sin hacer bulla’”. Posteriormente “llegaron
‘compas’ que sí le sabían”, se hicieron otras páginas “y
estamos como ahora, o sea con el maldito servidor que no jala como
debiera”.
A ese “él” (“que
los dioses más primeros y/o lo supremo en el que él crea o dude o
descrea, lo bendigan”) los zapatistas dan las gracias. “Tal vez
es un Anonymous. Tal vez sigue surfeando en la red, buscando una
causa noble a la cual apoyar. Tal vez es despreciado por su
apariencia, es diferente, lo ven mal sus vecinos, sus compañeros de
trabajo o estudio”. O es “una persona normal, una más de los
millones que caminan el mundo sin que nadie les lleve la cuenta”.
Marcos le
notifica: “Acá ahora hay escuelas donde antes sólo crecía la
ignorancia; hay alimento, poco pero digno, donde en las mesas sólo
el hambre era la invitada cotidiana; y hay alivio donde la única
medicina para el dolor era la muerte. No sé si lo esperabas. Tal
vez lo sabías. Tal vez viste algo de futuro en esas palabras que
relanzaste al ciberespacio. O tal vez no, tal vez sólo lo hiciste
porque sentías que era tu deber”. Enseguida admite: “Aprendimos
que hay gente lejos o cerca, a quien no conocemos, quien tal vez no
nos conozca, que es compa”. Que “así como muchos son los
mundos”, también “muchas son las formas, los modos, los tiempos
y los lugares para luchar contra la bestia”.
Marcos confirma su
confianza en “los medios libres y/o libertarios”, y en las
personas, grupos, colectivos, organizaciones que tienen sus propios
modos para comunicarse. Por lo demás, concluye, “hay una gran
mayoría que ni se entera”; a estos “queremos hablar, es decir,
mirar, es decir, escuchar”.
Fuente La Jornada
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