Angélica Enciso L.
De autorizarse el cultivo comercial de maíz
trasngénico que promueven trasnacionales como Monsanto, el paisaje del
campo mexicano será un monocultivo, esterilizado, sin vida
microbiológica y sin campesinos, advierte Ignacio Chapela, ecólogo
mexicano que en 2001 descubrió la contaminación del grano tradicional
con organismos genéticamente modificados.
De visita en Oaxaca, el investigador de la Universidad de Berkeley, en California, apunta en entrevista con La Jornada
que el descubrimiento que hizo hace 12 años en la sierra Norte de esta
entidad, ayudó a detener la entrada del maíz transgénico al país y
considera que varias veces las autoridades han estado con la pluma en la mano para dar esas autorizaciones, pero saben que con ello irían en contra de la mayoría de la población.
Señala que las empresas apenas han logrado desarrollar dos productos en cuatro variedades de plantas y tienen presencia en unos cuantos países, y aunque quieren entrar a naciones como México, centro de origen del maíz. El transgénico es un grano al que en laboratorio se inserta un gen de una especie ajena.