La presidencia del PRD
nacional se ha convertido ahora en un problema sin solución pacífica, es
decir, promete mucha sangre política y en una de esas hasta el cambio
que urge en ese organismo, cada vez más podrido.
Ahora nos dicen que el botín, no el partido, despertó –si es que
alguna vez estuvo dormida– la ambición de Jesús Ortega, quien ya juega
sus fichas para apoderarse de esa posición en el Partido de la
Revolución Democrática, como si al partido le hiciera falta un poco más
de desprestigio.Dicen que Ortega ya realizó consultas a sus bases, lo que debe entenderse como que ya habló con algunos de sus tres o cuatro cómplices, y que el resultado de tal
consultafue un sabio consejo de los suyos:
No lo intentes. Pero Jesús no se da por vencido a la primera, y está a la búsqueda de una segunda opinión.
Y no sólo eso. Ya tiene un plan B. En caso de que las consultas le sean desfavorables, bajo la manga tiene guardada otra carta. Quiere llevar a su esposa, hoy senadora, a la presidencia del PRD, y le hagan como le hagan, el partido, con toda la partida... presupuestaria, se quedará en su manos.