Hace 1 año, el 4 de diciembre de 2014, el
presidente Enrique Peña Nieto llamó a la sociedad a superar la
desaparición forzada de los 43 normalistas rurales de Ayotzinapa,
Guerrero –ocurrida el 26 de septiembre de ese año en Iguala–, que a la
fecha no han sido encontrados.
El
boletín de la Presidencia sobre ese discurso refiere que el mandatario
pidió hacer un esfuerzo colectivo para ir hacia adelante “y [que]
podamos realmente superar este momento de dolor”.
Peña
Nieto dijo, además, que “lo más importante es que se dé aquí, en
Guerrero, un clima de armonía social, paz y actitud para superar la
adversidad, y de juntos [sic], con gran entereza y con paso firme, sigamos en la construcción de un mejor estado de Guerrero y, con ello, de un mejor país”.
Entonces,
como ahora, el presidente olvidó comprometerse con la verdad y la
justicia y pronunciarse en contra de la corrupción y la impunidad. Así
que, al paso de 12 meses, México no es un mejor país ni Guerrero un
mejor estado.
Por el contrario, con
esa declaración se preparaba el terreno para presentar su “verdad
histórica”, que buscaba cerrar para siempre la investigación por ese
crimen de Estado. Casi 2 meses después, el 22 de enero de 2015, el
entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, afirmó
que los elementos aportados durante la investigación “permitieron
realizar un análisis lógico-causal y llegar, sin lugar a dudas, a
concluir que los estudiantes normalistas fueron privados de la libertad,
privados de la vida, incinerados y arrojados al Río San Juan [en
Cocula, Guerrero]. En ese orden.
“Ésta
es la verdad histórica de los hechos, basada en las pruebas aportadas
por la ciencia, como se muestra en el expediente, y que ha permitido
ejercitar acción penal en contra de los 99 involucrados, que han sido
detenidos hasta hoy. Permitiendo el actuar del Ministerio Público de la
Federación, que ha solicitado la imposición de las penas más altas que
la legislación contempla” (boletín de prensa 017/15, del 27 de enero de
2015).
“Verdad histórica” que acomodó
elementos y testimonios al antojo del gobierno para encubrir lo
ocurrido. Y así, en ese contexto de descaro, artimañas e impunidad
garantizada desde el primer círculo gubernamental –que ha incluido la
cerrazón de que los militares sean llamados a declarar como cualquier
persona que pueda aportar información–, los mexicanos seguimos siendo
llamados a “superar” la masacre.
De
forma contundente, el pasado 7 de diciembre, el Grupo Interdisciplinario
de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos desechó la “verdad histórica” del gobierno federal. Pues
aquellas horas fatídicas de la noche del 26 y la madrugada del 27 de
septiembre no hubo incendio en el basurero de Cocula, como demuestran
las pruebas y estudios meteorológicos y las imágenes satelitales del
lugar.
México merece conocer la verdad
sobre la desaparición forzada no sólo de los 43 jóvenes estudiantes,
sino de cada uno de los desaparecidos en este país. También requiere
justicia y un freno a la impunidad.
Y
es que el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o
Desaparecidas (RNPED) del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública revela una terrible realidad: al 31 de octubre de
2015, 27 mil 586 personas permanecen en condición de desaparecidas.
Los
datos del Registro indican que en el fuero común obran averiguaciones
previas por 26 mil 670 desaparecidos: de éstos, 19 mil 407 son hombres y
7 mil 263 son mujeres.
En el fuero
federal obran averiguaciones previas por otros 916 desaparecidos: 745
hombres y 171 mujeres. Estas cifras presentan el total de registros de
personas relacionadas con averiguaciones previas del fuero federal
iniciadas en el periodo comprendido entre enero de 2014 y octubre de
2015, y que permanecen sin localizar al corte del 31 de octubre de 2015,
indica.
En Guerrero los desaparecidos
suman 1 mil 81. En el registro del fuero federal esta entidad ocupa el
primer lugar, con 222 personas desaparecidas. En el fuero común, el
escaño 12, con 859 personas registradas en esa condición.
De
acuerdo con los datos oficiales, Tamaulipas es la entidad más golpeada
por el flagelo de la desaparición, al sumar 5 mil 708 víctimas: 5 mil
583 del fuero común y 125 del federal.
En
segundo lugar se encuentra el Estado de México, con 2 mil 697 víctimas:
2 mil 662 del fuero común y 35 del federal. Le sigue Nuevo León, con 2
mil 248 desaparecidos: 2 mil 224 del fuero común y 24 del fuero federal.
En
cuarto lugar está Jalisco, con 2 mil 136 víctimas: 2 mil 113 del fuero
común y 23 del federal. Sinaloa se localiza en el quinto sitio, con 1
mil 757: del fuero común, 1 mil 736, y del federal, 21.
En
sexto lugar se encuentra Chihuahua, con 1 mil 700 desaparecidos: 1 mil
679 del fuero común y 21 del fuero federal. Le sigue Coahuila, con 1 mil
449: 1 mil 400 del fuero común y 49 del federal.
Baja
California se ubica en la octava posición, con 1 mil 261 desaparecidos:
1 mil 255 corresponden al fuero común y seis al federal. En la novena
está Michoacán, con 1 mil 60 desaparecidos: 1 mil 19 del fuero común y
41 del fuero federal. Y en la décima posición, Sonora, con 954 víctimas:
933 del fuero común y 21 del fuero federal.
Aunque
en este recuento de las 10 entidades más asoladas no se encuentra
Veracruz, éste es uno de los estados que más registros tiene de
desapariciones del fuero federal sólo por debajo de Guerrero, al sumar
145. Del fuero común registra 520.
Así
que no, con mentiras y con tanta impunidad no podemos “superar” este
dolor que nos causan nuestros desaparecidos, entre ellos los 43
estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Las
heridas continúan abiertas y no cerrarán hasta que haya justicia y los
verdaderos criminales sean juzgados y condenados. Nada cambiará si el
gobierno continúa protegiendo a militares y marinos, y a los verdaderos
perpetradores de tantas masacres.
Nancy Flores*, @nancy_contra
Fuente Contralinea
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