martes, 11 de diciembre de 2012

Estoy libre, pero con miedo; me siento vigilada: Judith Gómez

Angélica Enciso L.
Cuando Judith Gómez Contreras se dio cuenta de que llegaba al penal de Santa Martha Acatitla sintió escalofrío. Hace dos años, como cineasta, documentó la vida de las internas, muchas de ellas detenidas injustamente, y ahora pasaba por lo mismo. Horas antes de su arribo al penal había ido a grabar las protestas del primero de diciembre y a partir de ese día ha vivido lo que ha sido la semana más larga de su vida.
Un día después de obtener la libertad relata, a La Jornada su experiencia de los pasados ocho días, aunque de entrada dice que en este momento no me siento completamente feliz de estar afuera, dejamos dentro a una de las compañeras y otros que aún siguen detenidos. Es un sentimiento que compartimos la mayoría de los que salimos. Cuando nos dijeron que las 10 estábamos libres, no vi gestos de alegría, no podemos dejar de pensar en la que se quedó adentro.

Además, dice, “salgo con miedo, me entero de que el caso no está cerrado. Es como si nos dijeran ‘los dejamos salir, pero los estamos vigilando’”. Aún se sorprende de darse cuenta de que nosotros los jóvenes estamos siendo reprimidos, sólo por la forma de pensar, y me duele mucho ser parte de este país cuando la mayoría de los que fuimos ese día estuvimos detenidos.
Delgada y bajita, con una argolla en el labio y dos en la oreja, tiene ojos grandes, expresivos, que muestran indignación por lo que padeció durante la reciente semana. Recuerda que fue a grabar los hechos, ya que ella y dos amigos supieron la versión de que había un muerto. Cuando llegaron a Pino Suárez vieron que había granaderos y empezaron a correr. Perdió a sus amigos y siguió corriendo hasta llegar a Filomeno Mata, donde la detuvieron. Ahí ya había un grupo de 25 personas rodeadas por granaderos, ninguna de las cuales se imaginó que iba a ser aprehendida, creían que los estaban protegiendo de la violencia.
Después llegó un camión que los llevó a la agencia del Ministerio Público 50, donde pasamos las peores horas, dice Judith, quien tiene 27 años. No les permitían ir al baño o tomar agua. Pero el momento de entrar a Santa Martha fue un choque muy fuerte. Yo estuve trabajando ahí, en 2009 y 2010, haciendo un documental acerca de las condiciones en que viven estas mujeres.
Tenemos que luchar por los que se quedaron adentro, porque tenemos un ideal, queremos seguir peleando pacíficamente para mejorar la situación de todos.

Fuente La Jornada


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