lunes, 17 de diciembre de 2012
La dupla Calderón-Gordillo y el desastre educativo
Al enunciar uno de sus 13 compromisos de inicio de gobierno, Enrique Peña Nieto anunció lo que llegó casi de inmediato: su propuesta de reforma educativa. Olvidó mencionar por su nombre a los responsables del atraso del país en ese terreno. Por ejemplo: aunque Felipe Calderón pregonó que en su sexenio hubo una amplia cobertura de las necesidades de educación básica, estadísticas oficiales demuestran que un tercio de los niños y los jóvenes no terminan ese nivel. Peor aún: Calderón entregó la educación básica a Elba Esther Gordillo, y ésta, a su vez, le regaló esa conducción a su yerno… y vino el desastre.
“La inequidad para acceder a la educación, y el bajo aprendizaje que obtienen los alumnos en la escuela, son los dos principales rezagos de la educación básica en México. Hasta el momento no se ha hecho un esfuerzo eficaz para atenuar estos problemas”, asegura Olac Fuentes Molinar, exsubsecretario de Educación Básica y Normal de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Considerado uno de los especialistas más avezados en el tema, Fuentes Molinar empieza por ligar el grave problema de la inequidad educativa a los de pobreza y marginación. Dice al respecto:
“Obviamente que la gente más pobre es la que tiene un menor acceso al sistema educativo, pues es muy escasa su familiaridad con la escuela y cuenta con menos bases para apoyar a sus hijos. De manera que la inequidad educativa está ligada a la desigualdad social, a la pobreza y a las diferencias culturales.
“¡Ahí están las estadísticas! Cuando uno las revisa estado por estado, invariablemente nos encontramos con que las entidades más empobrecidas del país, como Chiapas, Oaxaca, Guerrero o Michoacán, son las que tienen los niveles más bajos de terminación de la educación primaria.”
–¿Hay acciones para que estas zonas se emparejen a las que tienen mayor escolaridad?
–No, porque el problema proviene del sistema educativo mismo. Es decir, el sistema sigue dando las formas más precarias y vulnerables de escolarización a los más pobres, a quienes ya de por sí nacieron padeciendo todas las desventajas sociales.
–¿Cuáles son estas precarias formas de escolaridad?
–Bueno, están las escuelas incompletas o unitarias; están también las telesecundarias… todo este tipo de escuelas destinadas a los pobres siguen presentando los resultados más bajos, pese a los enormes esfuerzos de sus maestros. En resumen, la desigualdad es propiciada por el mismo sistema.
“Pero hay también formas más ocultas y sutiles de desigualdad educativa que tienen un peso muy fuerte. Por ejemplo, el que un niño vaya a un turno vespertino lo coloca en una posición poco favorable para continuar estudiando, ya que sus maestros llegan más cansados a clase o con pocas expectativas respecto a sus alumnos. Eso está bien comprobado.”
Fuentes Molinar pasa luego a hablar sobre el otro gran rezago: el bajo aprendizaje de los estudiantes. Expone sobre este punto:
“El 40% de nuestros estudiantes de 15 años de edad –es decir, los que están terminando la secundaria o empezando la prepa– tiene niveles mucho muy bajos en el uso del lenguaje, en el razonamiento matemático y en la aplicación de conocimientos científicos básicos, que son las tres áreas de mayor peso.
“Estos estudiantes nuestros, pese a que ya han pasado 10 u 11 años en las aulas –si les incluimos la educación preescolar–, siguen teniendo, sin embargo, un nivel muy bajo de comprensión de lectura; no captan bien lo que leen. Y además les cuesta mucho trabajo razonar en términos matemáticos y aritméticos. Podrán haber memorizado muchas fórmulas, pero no saben para qué sirven ni cuándo aplicarlas en la vida diaria. Estas deficiencias limitarán fuertemente sus posibilidades de aprendizaje posterior.
“La evaluación PISA, una de las más importantes a nivel internacional y que se aplica principalmente en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es la que sigue arrojando estos desfavorables porcentajes para México, que siempre aparece en los últimos lugares de los países evaluados.”
–¿A qué se deben estas deficiencias?
–Están relacionadas con dos cosas. La primera es una tradición memorista y enciclopédica que tiene raíces históricas bastante antiguas y que en México no sólo se conserva, sino que incluso se ha incrementado. Y en segundo lugar, se debe al desorden y a la confusión que provocan nuestras descuidadas políticas educativas, que empeoraron durante el gobierno de Felipe Calderón.
–¿Por qué empeoraron?
–Porque Calderón se desinteresó de la conducción cualitativa de la educación básica. Se la entregó prácticamente a la cúpula del sindicato de maestros. De manera más primitiva aún, se le entregó a la maestra Elba Esther Gordillo. Y ésta, a su vez, le regaló esa conducción a su yerno, que se sintió pedagogo e hizo un desastre de la educación.
“Si usted va hoy a una escuela de educación básica encontrará a los maestros metidos en una mayor confusión, cargados con esquemas de planeación y criterios de trabajo. Hoy cuesta más trabajo el planear que el hacer. Puros planes y planes. Se perdió la sustancia. Esto se lo debemos en gran medida al yerno de Elba Esther.”
Olac Fuentes alude así a Fernando González Sánchez, quien ocupó la Subsecretaría de Educación Básica de la SEP durante la administración de Calderón, por ser el yerno de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Las decisiones de González Sánchez repercutieron en la educación de los 25 millones 590 mil alumnos que estudian educación básica (4 millones 600 mil en preescolar, 14 millones 860 mil en primaria, y 6 millones 130 mil en secundaria), así como en el trabajo de 1 millón 165 mil maestros que imparten esa instrucción, según estadísticas de 2010 del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE).
Esas mismas estadísticas revelan que en México la educación básica sigue siendo mayoritariamente impartida por el Estado: Es pública 80% de la educación preescolar, 90% de la primaria, y 86% de la secundaria. El resto está en manos de instituciones privadas.
Advierte Fuentes Molinar:
“El gobierno viene pregonando que la educación primaria cubre totalmente la demanda que hay en el país, mientras que la secundaria cubre más de 90% de la demanda. Con esto, da por sentado que la educación básica obligatoria es un compromiso cumplido.
“Sin embargo, este es un manejo muy superficial de la matrícula escolar, con el que se trata de esconder la cruda realidad de los hechos, y es que realmente una tercera parte de los niños y jóvenes mexicanos quedan excluidos de la educación básica.”
–¿Cómo se demuestra esto?
–Con las mismas estadísticas que da el INEE. Éstas nos señalan que de cada 100 niños que ingresan a primer año de primaria, 89 terminan el sexto año y solamente 66 concluyen la secundaria. Así, un tercio de nuestros niños y jóvenes ni siquiera terminan su educación básica.
“Y, sorprendentemente, los varones son quienes más dejan la escuela. Es una realidad muy distinta a la de hace décadas, cuando la deserción escolar se daba sobre todo en las niñas. La mujer tenía entonces un menor acceso a la educación básica. Hoy la tendencia se está revirtiendo para desfavorecer a los varones.”
–¿A qué se debe este nuevo fenómeno?
–A las prolongadas crisis económicas; a la falta de generación de empleos. Estos fenómenos están afectando mucho más a los niños que, por ser varones, tienen que dejar la escuela para salir a buscar trabajo y así apoyar a sus familias.
“Y quienes tienen la fortuna de continuar formándose en las aulas –prosigue– lo hacen por lo general en escuelas cuyas condiciones materiales dejan mucho que desear.
“Está comprobado que, por lo menos, 20% de los planteles escolares está en muy malas condiciones. Por ejemplo, no tienen las instalaciones hidrosanitarias adecuadas. De ahí que, paradoja terrible, sea muy común que los niños se enfermen en las escuelas”, comenta Fuentes Molinar.
El investigador Felipe Martínez Rizo, en su estudio Las desigualdades en la educación básica, plantea sobre el asunto:
“Las escuelas que atienden a sectores particularmente desprotegidos cuentan también con recursos inferiores a los de las escuelas que operan en mejores condiciones, de manera que, en lugar de contrarrestar las desigualdades sociales, la escuela de alguna manera contribuye a aumentarlas.”
Martínez Rizo presenta cuadros comparativos sobre la calidad de la infraestructura escolar en primarias privadas y públicas. A las últimas las divide en urbanas, rurales, para indígenas o para cursos comunitarios. Y hace el siguiente contraste:
“Casi 90% de las primarias privadas tienen infraestructura muy adecuada, y sólo tres de cada 100 están en las categorías de infraestructura deficiente o muy deficiente. En cursos comunitarios la situación es la opuesta: más de 90% tienen infraestructura muy deficiente y deficiente.”
La ignorancia de Peña Nieto
Como un compromiso suyo para solucionar estos problemas, el pasado 1 de diciembre, al asumir la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto anunció que emprenderá una reforma educativa de gran alcance. Y agregó:
“Adicionalmente a la reforma, he instruido al secretario de Educación Pública solicitar al INEGI la realización de un censo de escuelas, maestros y alumnos. Esta información, que hoy no se tiene, será la base de datos necesaria para lograr una operación más eficiente y transparente del sistema educativo de nuestro país.”
Peña Nieto demostró en su discurso un absoluto desconocimiento del tema, ya que el INEGI sí lleva un censo sobre el número de escuelas, maestros y alumnos. Incluso tiene los conteos por entidad federativa.
Por cierto que en su último censo (2010-2011) el INEGI señala que hay 91 mil 134 escuelas de preescolar, 99 mil 319 de primaria y 35 mil 921 de secundaria.
Por otro lado, la SEP, en su documento Reforma integral de la Educación Básica; acciones para la articulación curricular 2007-2012, también reconoce las “debilidades” que aún padece la educación básica en México, entre las que señala precisamente la “falta de equidad”. Asienta:
“Lo más llamativo es la falta de equidad entre la enseñanza privada y la pública, entre las zonas urbanas y urbano-marginales y rurales, y entre las poblaciones no indígenas e indígenas. Esa inequidad se manifiesta en la diferente preparación para el ingreso a la escuela, en la desigual calidad de la enseñanza que se imparte, en los escasos materiales educativos y en la diversa preparación del profesorado.”
También lamenta que haya un “abandono prematuro de la escuela”, que se está dando sobre todo antes de finalizar el quinto grado de primaria. “En zonas rurales, entre 16% y 68% no llega al quinto año”, situación más parecida a la de África subsahariana (donde el abandono escolar es de 67%) que a la de los países desarrollados (donde sólo es de 1%), revela el estudio de la SEP.
Da un dato revelador sobre el atraso educativo: “La escolaridad promedio de la población mayor de 15 años en México es de 8.1 años, mientras que el promedio de los países de la OCDE es de 12 años”.
Agrega:
“El 43.9% de la población mayor de 15 años, poco más de 30 millones de mexicanos, no ha concluido satisfactoriamente su educación básica; es decir, su educación secundaria.”
Y respecto a los maestros de educación básica, comenta que “la escasa formación del profesorado, con bajísimos niveles de retribución, convierte en poco atractivo el ejercicio de la docencia, debiéndose completar el salario con las retribuciones percibidas en otros empleos. La necesidad de los maestros de tener que atender más de un trabajo significa un impacto negativo en la calidad de la educación impartida, y dificulta sobremanera la formación en servicio”.
También menciona que “las reformas educativas son impuestas con baja participación del profesorado, y a veces son trasladadas de sistemas educativos de contextos diferentes, que, buenas en sí mismas, se convierten en negativas cuando no se tienen en cuenta las circunstancias del medio en que se aplican”.
Indica que las políticas “impuestas” por los “organismos de financiación” muchas veces no toman en cuenta “el medio en el que deben desarrollarse”. Y los programas por lo general no atienden a la “diversidad del alumno per se y por su cultura”. De modo que “falta considerar el multiculturalismo”.
En un documento fechado el pasado miércoles 12 de diciembre, dirigido a Jorge Federico de la Vega, presidente de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, un grupo de maestros pide a los legisladores mayor presupuesto a la educación básica para el ejercicio fiscal 2013. Los recursos se destinarán –dicen– a resolver las graves carencias que tiene ese sector.
Y enfatizan que es “urgente construir 50 mil aulas faltantes”, más secundarias, espacios para bibliotecas, laboratorios, patios cívicos, bardas perimetrales, y reparar “más de 54 mil aulas agrietadas por su mala construcción”.
Menciona el escrito que 70% de los estudiantes no cuenta con los implementos educativos indispensables, como pizarrones, butacas, escritorios, televisores y antenas para telesecundaria, entre otros.
Olac Fuentes Molinar comenta:
“Es muy poco el dinero del presupuesto que finalmente llega a los estudiantes para su educación. El magisterio tiene una burocracia muy costosa y llena de privilegios. Acaban de darse a conocer pormenores sobre un crucero en el Caribe al que fueron más de 100 dirigentes sindicales, con un acompañante cada uno.
“Así se las gastan. Hay un sector privilegiado de maestros que ganan más que un profesor universitario de tiempo completo, gente que acumula plazas, a la que se le pagan indebidamente 62 horas a la semana, o que de plano cobra sin trabajar.
“También se desperdicia dinero en caprichos que no dan resultados, como el de Enciclomedia, que representó una inversión muy alta. En fin, para los recursos que consume, el sistema escolar mexicano está dando como resultado niveles de aprendizaje muy bajos.”
Fuente Proceso
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