miércoles, 9 de enero de 2013

Confirman que Chávez no rendirá protesta el jueves



“Formalismo” se cumplirá en el TSJ. Opositores insisten en que Cabello asuma presidencia temporalmente.

Arturo Cano, enviado
 
Caracas. Hace un mes que no se mira al presidente y, a pesar de la crisis política desatada por su cáncer, Caracas se niega a volver de vacaciones. Es la hora de entrada a las escuelas y en las principales arterias de la capital de los trancones el tránsito fluye apaciblemente. Llovizna, y el pasajero de un autobús urbano recuerda que la última aparición pública del presidente Hugo Chávez, antes de marchar a su cuarta cirugía, fue el 8 de diciembre, en una cadena de televisión. Dos días después se fue para La Habana y desde entonces sólo se han conocido 26 parcos comunicados sobre su estado de salud.
Al llegar la tarde, una carta del vicepresidente ejecutivo, Nicolás Maduro, es leída por el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello: el documento confirma que Hugo Chávez no asistirá al acto de toma de posesión para el nuevo periodo presidencial y que cumplirá el “formalismo” en una fecha no definida ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ).
Dicho de otro modo, envía la carta quien fue designado sucesor por Chávez y la lee quien, según la interpretación que los opositores hacen de la Constitución, debería asumir temporalmente la presidencia de Venezuela.
La carta provoca un largo y ríspido debate en la AN. Hasta un ejemplar de la Carta Magna –un minilibrito azul– es arrojado contra los diputados opositores.
El resultado es previsible; con los votos de la mayoría oficialista –95 de un total de 165– el parlamento decide otorgar a Chávez “todo el tiempo que necesite para recuperarse y volver a Venezuela”.
¿Quién va a gobernar Venezuela a partir del 10 de enero, cuando comienza el nuevo sexenio?
Responde el grito de los diputados oficialistas: “¡Chávez, Chávez, Chávez!”, en uno de los momentos álgidos de la sesión, que son muchos, pues cada nuevo orador intenta ser más incendiario que el anterior.
La inédita situación política trae paradojas en cascada. Por ejemplo, que un diputado de oposición utilice como argumentos la Constitución (que buena parte de los adversarios del chavismo rechazaron durante años), resoluciones del TSJ (controlado por el oficialismo) y… un discurso del presidente Chávez.
El diputado independiente Miguel Rodríguez pone en duda que Chávez haya solicitado a Maduro hacer la petición de diferir su toma de protesta.
Rodríguez pide a los chavistas que “presten atención para que luego aplaudan y cumplan la orden del presidente”. Y entonces cita en extenso la parte medular de la última comparecencia pública del mandatario, ahora en “situación estacionaria” tras una “severa infección pulmonar” (según el parte médico ofrecido por el gobierno el pasado lunes).
Lee Rodríguez las palabras de Chávez, pronunciadas tras admitir, hace un mes, la posibilidad de que se presentara “alguna circunstancia” por la cual no pudiese concluir su mandato o asumir el siguiente: “mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución, de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.
“Es la palabra de su comandante, ¿por qué no la cumplen?”, remata Rodríguez.
Los diputados chavistas se concentran en el liderazgo del presidente y en su salud, oradores segurísimos de su recuperación, aunque las sucesivas noticias de La Habana no sean alentadoras.
Blanca Eekhout, segunda vicepresidenta de la AN, afirma que el jefe de Estado “está consciente, está mandando y está con nosotros”, y acusa a sus adversarios de buscar una “condena de muerte, que él se tenga que venir y dejar su recuperación para que se enferme nuevamente”.
El agarrón en la AN está lejos, aunque lo parezca, de ser un debate sobre teoría constitucional o sobre el derecho a la salud.
La enfermedad de Chávez y las complicaciones de su última cirugía han echado sobre el país una catarata de especulaciones sobre el futuro de Venezuela y el chavismo, así como de las iniciativas de integración regional y mundial en las que participa este país petrolero.
Según un dirigente chavista, la oposición quiere aprovechar el viaje para propiciar que las diferencias internas del oficialismo se profundicen.
Las alas militar y civil
En la misma sesión parlamentaria, los opositores hablan de dos alas del chavismo, la militar y la civil, representadas por Maduro y Cabello, respectivamente.
En la prensa opositora se deslizan caracterizaciones supuestamente provenientes del chavismo. Cabello es de derecha, militar y militarista, proclive a la corrupción y “anticubano rabioso”. En tanto, Maduro es “títere” de los cubanos e “izquierdoso” a toda prueba.
En respuesta, ellos se toman fotos abrazados, lo que no impide que el dirigente del partido Primero Justicia, Julio Borges, afirme en el parlamento que el chavismo le está pasando al país la factura de sus pleitos internos. “¿Por qué se niegan a que se aplique la Constitución? ¿Por un problema interno? ¿Por qué tienen miedo de que el señor Diosdado asuma la presidencia?”, suelta en su turno.
Al salir de la sesión legislativa, Cabello comparece en un programa de televisión para elogiar a Maduro, asegurar que la “revolución bolivariana” seguirá su camino pacífico y que respeta profundamente al pueblo cubano.
Pero antes, como presidente de la AN, aparta el micrófono de un manotazo, no oculta su enojo cuando lo aluden y demanda a la oposición que tenga “bien amarraditos a sus locas y sus loquitos”.
Antes de poner a votación el permiso para que Chávez no asista a su toma de posesión, Cabello se burla de los opositores: “Llamaron a un paro cívico para salir de Chávez y ahora llaman a otro paro que regrese” (en las redes sociales ha circulado el llamado, que no ha sido acompañado por ninguno de los líderes importantes de la oposición).
El frente externo
En el aeropuerto cercano a Caracas, los viajeros son recibidos por una foto de Chávez con Evo Morales, Daniel Ortega y Raúl Castro.
La leyenda de “integración latinoamericana” que la acompaña se expresa en estos días en la visita del boliviano Evo Morales y el uruguayo José Mujica, que acompañarán al chavismo en una concentración en Miraflores. La argentina Cristina Fernández de Kirchner, por su lado, hará escala en La Habana el viernes.
Y no menos importante ha sido el apoyo expresado por la brasileña Dilma Rousseff, a través de su asesor Marco Aurelio García, quien el lunes expresó que la ausencia de Chávez para asumir su nuevo mandato es un tema “cubierto perfectamente por los dispositivos constitucionales”.
En el frente externo la oposición también juega sus cartas.
Henrique Capriles, el líder opositor derrotado por Chávez el pasado 7 de octubre, pide a los mandatarios latinoamericanos que no intervengan en los asuntos venezolanos, y la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) envía una carta al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, para denunciar una posible “grave violación al orden constitucional” y a la Carta Democrática Interamericana.
Pero en el escenario no existe la posibilidad de que el Tribunal Supremo de Justicia o algún otro órgano del Estado contradiga la salida decidida por el chavismo.
“No hay vacío de poder”, dice Diosdado Cabello, y con él todas las figuras de la “revolución”. Tampoco hay comandante, evidentemente.
Pero este jueves, sin Chávez y sin ceremonia de “juramentación”, los chavistas harán su exhibición de fuerza en Miraflores.

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