Cinco largos meses
consumió la nueva administración gubernamental para registrar, por fin,
cifras positivas en cuanto a creación de empleo formal, aunque éstas
sean por demás raquíticas. Algo es algo, dirán los voceros oficiales y
oficiosos, pero el hecho es que de diciembre de 2012 a marzo de 2013 los
números en este renglón se mantuvieron negativos en términos reales, es
decir que en lugar de crear plazas laborales o, cuando menos, mantener
las existentes, la cancelación fue sistemática.
Pero llegó abril, y con él el milagro, aunque minúsculo: en el cuarto
mes de 2013 la creación neta de empleo en el sector formal de la
economía se aproximó a 25 mil plazas, primer balance positivo desde el
arranque de la administración peñanietista. Tal cifra es resultado de la
generación, en números cerrados, de 75 mil plazas permanentes y la
cancelación de 50 mil eventuales, de acuerdo con la información del
IMSS, avalada por la Secretaría del Trabajo.Así, el promedio mensual de empleos formales en el aún joven gobierno de Enrique Peña Nieto apenas se aproxima a 5 mil plazas, cuando el mínimo requerido es cercano a 80 mil cada 30 días. En los cinco meses referidos tendrían que haberse creado no menos de 400 mil plazas formales para satisfacer la demanda (sin atender el rezago), pero sólo se registraron 25 mil o, lo que es lo mismo, sólo seis de cada 100 mexicanos en busca de empleo lograron colarse a la formalidad. ¿Algún vocero oficial u oficioso se animará a presumir
logrosen esta materia? Nada raro sería, pero este balance no parece indicar que México se enfila
a su máximo potencial en un sentido amplio(el susodicho dixit), ni que la denominada
reformalaboral está rindiendo frutos.
Es cierto que no es nuevo el raquitismo que se observa en la generación de empleo formal. De hecho, el déficit en este renglón es impresionante, por mucho que todos los inquilinos de Los Pinos en su momento prometieron plazas laborales a manos llenas. Pero no. Por ejemplo, en lo que va del siglo XXI mexicano, la población económicamente activa (PEA) aumentó en 10 millones de personas, en números cerrados, pero la creación de empleo formal apenas sumó (permanentes y eventuales) 3.8 millones. En igual periodo, el desempleo se incrementó 300 por ciento y la informalidad está rebosante (dos de cada tres mexicanos ocupados).
Nada parece indicar que esta terrible situación se revierta: el déficit de empleo aumenta y el desempleo oficial se mantiene elevado, pero sin mayores alteraciones (aunque muy por arriba si se compara con la tasa previa al estallido de la crisis), pero no como resultado de mayor oferta de plazas laborales a ocupar, sino porque muchos mexicanos de plano desisten en su búsqueda. El problema es explosivo, pero nada concreto se ha hecho para solucionarlo, y mientras lo intentan –si en realidad lo hacen– la mecha es cada día más corta.
En este contexto, el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados reporta que el Inegi presentó los resultados trimestrales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el primer trimestre de 2013, resaltando que el número de personas activas en el mercado laboral (PEA) se redujo en 446 mil 428, comparando con el trimestre anterior. Destaca que la mayoría de ellas eran trabajadores asalariados (reducción trimestral de un millón 279 mil 706 personas; con acceso a instituciones de salud, disminución de 302 mil 120 personas).
A pesar de que el mercado laboral contó con menor cantidad de personas, las ocupadas en la informalidad aumentaron 268 mil 910, alcanzando a 28.7 por ciento de las personas ocupadas. En cuanto a la medición ampliada de la informalidad (que incluye al trabajo doméstico remunerado, el ámbito agropecuario y a los trabajadores en empresas o gobierno que eluden el registro en el Seguro Social), alcanzó 28 millones 182 mil 845 personas, equivalentes a 59 por ciento de la población ocupada.
La distribución de personas ocupadas por nivel de ingreso muestra que la proporción que obtiene de cero a dos salarios mínimos se mantuvo en 50.3 por ciento, comparando con el mismo trimestre del año anterior. Sin embargo, el porcentaje de los que ganan más de cinco salarios mínimos bajó de 9 a 8.3 por ciento en el mismo lapso. Si la comparación se realiza respecto al primer trimestre de 2008 (antes de la crisis), se observa un importante deterioro: la proporción de personas que ganan hasta dos salarios mínimos creció de 44.1 a 50.3 por ciento, y las que ganan más de cinco salarios mínimos se redujo de 9 a 8.3 por ciento.
Adicionalmente, el ingreso real promedio de los trabajadores
creció1.3 por ciento anual en el trimestre, a pesar de la reducción en las horas promedio trabajadas a la semana. De esta manera, en el primer trimestre del año el salario mensual se ubicó en 5 mil 333 pesos reales, 68 pesos por arriba del mismo trimestre del año anterior. No obstante, comparando con el segundo trimestre de 2007, cuando el ingreso real alcanzó su máximo nivel, el sueldo acumula una caída de 13.5 por ciento.
En suma, concluye el CEFP, los resultados trimestrales de la ENOE no dejan duda sobre el deterioro laboral de los mexicanos. Posiblemente, la desaceleración económica ha reducido la cantidad de empleos disponibles, provocando que muchas personas dejen de buscar trabajo (reduciendo la PEA). Así, la tasa de desocupación sigue sin regresar a los niveles previos a la crisis.
Las rebanadas del pastel
Lenta, pero segura, la OCDE descubrió que
la concentración bancaria en México es una amenaza a la competencia, pero en su investigación también encontró que
el sistema bancario se ha vuelto un tanto menos concentrado. Pues bien, según esta organización actualmente
siete de los 43 bancos que operan en el país mantienen el 80 por ciento de los activos totales, pero casi 20 años atrás (octubre de 1994) acaparaban 57 por ciento, de acuerdo con información oficial. Entonces, ¿de qué chistera sacó aquello de
un tanto menos concentrado?
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