viernes, 25 de enero de 2013

Descalifica Marcos los programas sociales; "mentira para desaparecer a los indígenas"

 
 
Hermann Bellinghausen
Enviado

San Cristóbal de las Casas, Chis., 24 de enero. En dos nuevos comunicados, el subcomandante Marcos descalificó los programas sociales del gobierno como una mentira cuya finalidad es desaparecer a los pueblos indígenas; enumeró ejemplos del dolor de los de abajo con nombre y circunstancia y aseguró que el nivel de vida en las comunidades autónomas es mejor al de quienes se vendieron al gobierno.
En la tercera entrega de la serie Ellos y nosotros, el jefe militar zapatista recrea una reunión de cúpula para el capítulo Los capataces, que sigue a Los de arriba y El vendedor (La Jornada, 22/01/13). En el cuarto, divulgado esta noche, deja atrás el tono paródico que venía usando para adoptar uno sarcástico. Se refiere a la represión, la resistencia, la diferencia, y se dirige a un hipotético lector que puede no estar enterado de lo que sucede abajo en México:

Juan Francisco Kuykendall Leal, “el compa Kuy, profesor, dramaturgo, director de teatro. Cráneo destrozado el 1º de diciembre de 2012 por un disparo de las ‘fuerzas del orden’. Planeaba hacer una obra de teatro sobre Enrique Peña Nieto”. O bien, José Uriel Sandoval Díaz, estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México: “perdió un ojo en la represión del 1º de diciembre, a raíz del ataque de las ‘fuerzas del orden’. Planeaba resistir la imposición de Enrique Peña Nieto”.
Celedonio Prudencio Monroy, nahua, “secuestrado el 23 octubre de 2012 por las ‘fuerzas del orden’. Planeaba resistir el despojo de las tierras nahuas por mineras y talamontes”. (Estamos investigando, dicen los respectivos gobiernos). Adrián Javier González Villarreal, de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, asesinado en enero de 2013 por las fuerzas del orden. Planeaba graduarse y ser un profesional exitoso.
Cruz Morales Calderón y Juvencio Lascuráin, “campesinos tomados prisioneros en Veracruz, 2010-2011, por las ‘fuerzas del orden’, planeaban resistir el despojo de sus tierras por empresas inmobiliarias”. Matías Valentín Catrileo Quezada, joven mapuche asesinado el 3 de enero de 2008 en Chile por las fuerzas del orden, planeaba resistir el despojo de la tierra mapuche por el gobierno, latifundistas y empresas trasnacionales. En fin, Francisco Sántiz López, “indígena zapatista, preso injustamente por las ‘fuerzas del orden’, planeaba resistir la contrainsurgencia gubernamental de Juan Sabines Guerrero y Felipe Calderón Hinojosa”.
El interlocutor al que apela Marcos puede ser usuario intensivo de Internet y las redes sociales, o vivir encapsulado en los medios electrónicos; puede estar pensando en otras cosas. A ese le presenta el repertorio: un inmigrante en el otro lado de cualquier frontera. Un cura, monja, seglar que optó por los pobres, en medio de la opulencia del Vaticano. Un vendedor ambulante en un centro comercial exclusivo, “el camión de granaderos se estaciona. ‘Defendemos el libre comercio’, declarará el delegado gubernamental”. Una mujer sola, de día o de noche, en un transporte público lleno de hombres, “una pequeña variación en el porcentaje de ‘violencia de género’. El agente policial dirá: ‘es que luego ellas provocan’”. Un gay solo, de día o de noche, en un transporte público lleno de machos. Una trabajadora sexual en calle extraña y esquina ajena. Una punk, un rastafari, una skatera, un cholo, una metalera en la calle, de noche. Un grafitero rayando en el World Trade Center.
La serie de comunicado del vocero zapatista viene ilustrada con videoclips musicales y documentales existentes en la red, lo mismo Maldita Vecindad, Nana Pancha o Los Cojolites cantando sobrecogedoras décimas de Arcadio Hidalgo, que la rapera MIA, MC Lokoter, Fuck Tha Posse, Bob Marley o un documental de ocho minutos sobre la guerra no declarada por el gobierno chileno contra los mapuche.
¿40 mil jefas y jefes?
Al llegar a la comedia de los capataces, conocida el martes, el texto de Marcos despliega varias voces y presencias: el señor, diversos lacayos, el embajador del Mandón, un señor con letero de chupa cabras, una funcionaria de la izquierda moderna, un militar. El dispositivo satírico se remite a los datos tomados de un informe del Servicio de Inteligencia Autónoma (SIA, por sus siglas en español) sobre lo escuchado y visto en una reunión ultra-archi-recontra-hiper secreta, donde se discute la aniquilación de los indios. Llevamos más de 500 años intentándolo, expresa una voz.
En solícitos parlamentos, los lacayos exponen el problema: No nos enfrentan donde somos fuertes, nos dan la vuelta, nos atacan en nuestras debilidades. Además, notifican que el problema mayor son los líderes invisibles. Todas, todos. Ése fue uno de los mensajes de lo que hicieron el día del fin del mundo. Logramos que no se manejara eso en los medios de comunicación. Usaron un código para que nosotros entendiéramos: el que está arriba del templete es el jefe.
Se sobresalta el señor: ¡¿Qué?! ¿40 mil jefes y jefas?. El problema, apunta un lacayo, es que no rinden culto a la muerte, sino a la vida, y sin nuestras limosnas, perdón, sin nuestra ayuda, construyeron escuelas, hicieron producir la tierra, levantaron clínicas y hospitales, mejoraron sus viviendas y su alimentación, bajaron los índices de delincuencia, acabaron con el alcoholismo. Elevaron su esperanza de vida y casi la igualaron con la de las grandes ciudades.

Fuente  La Jornada

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