jueves, 11 de julio de 2013
STC Metro: inseguridad nuestra de cada día
Ernesto Villanueva
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Las críticas en este espacio al STC Metro no son ni para apoyar al sindicato mayoritario en perjuicio del gobierno del Distrito Federal ni al contrario. El fondo del asunto es la seguridad y la rendición de cuentas que hoy parece estar fuera del radar de las autoridades y del Sindicato mayoritario del Metro. Veamos.
Primero. En un intercambio de desplegados públicos, el STC Metro y el sindicato nacional mantienen un diferendo que está escalando el disenso entre ellos. Peor aún, autoridades y sindicato se acusan entre ellos de lo que pasa en el Metro.
Los dos denuncian fallas de unos y otros. En ambos casos se invoca el Estado de derecho y la rendición de cuentas. La verdad es que el enfrentamiento entre autoridades y sindicato tiene de rehenes a los trabajadores y particularmente los usuarios que debería ser la razón y medida del quehacer del Metro que pasa por un momento de crisis en donde se avizora que la distensión no será una cosa sencilla; antes bien, sinuosa y complicada. Bajo el amago de paros parciales o de una eventual huelga cuyos efectos serían de pronóstico reservado, el sindicato dice querer más de dos mil plazas, que de ser el caso haría que el Metro fuera una empresa sindical no del Estado. La realidad es que lo que desea Espino y su sindicato es la permanencia de varios funcionarios de confianza que ha incrustado el sindicato empezando por el actual subdirector general de operación Salomón Solay Zymán, el gerente de incidentes e investigación de incidentes, José PérezNegrón Zarco y la subgente de estancia infantil, Nadia Tapia Ortiz, cuyo despido mantiene en suspenso el STC Metro.
Segundo. Es grave que la preocupación del gobierno del Distrito Federal y del sindicato mayoritario sea ganar espacios internos y mantener los que ya tienen a pesar de ser contrarios a derecho. Mientras se mantiene esa pelea tribal interpartidista, el Metro muestra los efectos de la falta de mantenimiento histórico. En efecto, paradójicamente mientras se gastan millones de dólares en cámaras de seguridad que no cumplen sus objetivos, en detectores de metales de ornato y un largo etcétera, no hay dinero para el mantenimiento de los vagones. En este caso, la salida que encontraron el gobierno del Distrito Federal y el sindicato mayoritario fue desmantelar los vagones más antiguos para reparar, en la medida de lo posible, los vagones más nuevos poniendo en riesgo al usuario y reduciendo el universo de trenes en operación.
De la misma forma, el transformador ubicado en el conjunto “Delicias”, como ya he señalado aquí, carece de mantenimiento y es muy viejo. Ese transformador no es un problema menor. Es el que alimenta de energía al sistema de circulación interna del STC Metro. El aire acondicionado que debiera existir no funciona y se mantiene con puertas abiertas para que no se sobrecaliente, como se puede advertir aquí:
Tercero. El jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera debe privilegiar soluciones de fondo al uso seguro mediante dictámenes surgidos de paneles de expertos independientes. Hasta ahora se ha optado por pertrecharse y abrir una guerra intestina contra el sindicato mayoritario para ver cómo se replantean los términos de los negocios que cada uno tiene posibilidades de hacer explotando el sistema del Metro. Es necesario anteponer el interés público sobre cualquier otro y replantear el diseño institucional el cual hoy garantiza la impunidad en perjuicio de todos.
Fuente Proceso
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