sábado, 6 de julio de 2013
Vejez y degradación ambiental amenazan desarrollo de México: Inegi
Juan Carlos Cruz Vargas
MÉXICO, DF, (apro).- México es el onceavo país más poblado del planeta (con 112.3 millones de habitantes); es una economía en vías de desarrollo, con elevadas tasas de pobreza, de homicidios y de enfermedades crónicas degenerativas; además de tener una aire cada vez más contaminado.
De acuerdo con las estadísticas a propósito del Día Mundial de la Población, dadas a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los mexicanos viven en un ambiente elevado de violencia, superior inclusive a la registrada en países pobres.
La tasa de homicidios en 2011 fue de 24.9 casos por cada 100 mil habitantes; en los hombres esta tasa se disparó a 45.3 homicidios.
Organismos internacionales argumentan que el homicidio produce un daño grave al desarrollo humano y representa el grado mayor al que puede llegar la violencia. A escala mundial se observa “una correlación negativa, relativamente baja, entre los índices de homicidio y los valores del Índice de Desarrollo Humano (IDH)”, según el reporte del Inegi.
En los países con IDH bajo la tasa de homicidio es de 14.6 por cada 100 mil personas; en aquellos con IDH alto es de 13; mientras en los países con IDH muy alto es de apenas 2.1 asesinatos por cada 100 mil habitantes.
México supera estas tasas, situación que se agravó en el sexenio de Felipe Calderón, quien en su lucha contra el narcotráfico, dejó más de 70 mil muertes.
Según la Ley General para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, en el artículo 7, se establece que “la prevención social de la violencia y la delincuencia en el ámbito social se llevará a cabo mediante la promoción de actividades que eliminen la marginación y la exclusión”.
Sin embargo, las cifras de exclusión son abrumadoras: De entrada, en México, con estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) indican que en 2010 hubo 6.5 millones de personas vulnerables por ingreso; mientras que 46% de la población se encuentra en situación de pobreza multidimensional, es decir que tuvieron carencias en salud, educación y nivel de vida.
En un contexto internacional, donde las crisis financieras afectan los panoramas económicos y profundizan las condiciones de miseria de la población, México no escapa de estos problemas, que se acentúan cada vez más.
De acuerdo con el reporte del Inegi, en América Latina y el Caribe, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que “casi la mitad de los que tienen trabajo están en situación de informalidad”.
En México, seis de cada 10 habitantes de 14 años y más tiene una ocupación informal, en los jóvenes de 15 a 29 años la tasa aumenta a 62%, con datos del primer trimestre de 2013. Esto se suma a los 2.5 millones de desempleados.
De acuerdo con la OIT, “en el quinto año después de la irrupción de la crisis financiera mundial, el crecimiento mundial ha registrado una desaceleración y el desempleo ha comenzado a aumentar de nuevo, dejando un total acumulado de 197 millones de personas sin empleo en 2012”.
El organismo internacional agrega que “aquellas regiones que han logrado prevenir un incremento adicional en el desempleo con frecuencia han experimentado un deterioro en la calidad del mismo, en la medida en que el empleo es vulnerable y el número de trabajadores que viven por debajo o muy cerca de la línea de la pobreza han aumentado su monto en los últimos años”.
De acuerdo con el Banco Mundial (BM), generar oportunidades de empleo resulta vital para el desarrollo humano, ya que “los beneficios incluyen la adquisición de conocimientos especializados, el empoderamiento de la mujer y la estabilización de sociedades que salen de conflictos; los empleos que contribuyen a lograr estos objetivos más amplios resultan valiosos no sólo para quienes los tienen, sino también para la sociedad en su conjunto: son empleos beneficiosos para el desarrollo”.
Lo cierto es que en México el empleo no alcanza para la mayoría de su población relativamente joven, que para 2020, se espera, las cosas cambien y empiece a envejecer y, por consiguiente, haya más dependientes de una fuente de ingresos del hogar. En otras palabras, se irá el llamado bono demográfico.
Según las proyecciones de población, actualmente en el país hay menos de dos dependientes por cada tres personas en edades activas. En siete años, la situación cambiará y la relación de dependencia empezará a subir debido al aumento proporcional de personas mayores.
En México, información censal señala que a partir de 1970 la razón de dependencia empezó a descender hasta colocarse en 2010 en 62 personas dependientes por cada 100 en edades activas.
África presenta la razón de dependencia más alta (84 personas dependientes por cada 100 en edades activas), debido a que en su estructura por edad hay una gran proporción de niños menores de 15 años (40%); en contraste, Asia presenta la menor razón de dependencia (55.8) lo que coadyuva a un mayor monto de población en edad activa.
El Inegi deja claro el mensaje: “El envejecimiento demográfico en nuestro país aún no muestra la magnitud observada en las regiones más desarrolladas, aunque en las próximas décadas tenderá a ser un contexto que gradualmente tomará fuerza, lo que invita a reflexionar y a diseñar políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la población que transita o transitará por esta etapa de vida”.
El organismo presidido por Eduardo Sojo sugiere mejorar la atención e infraestructura de la seguridad social; velar por que ningún adulto mayor experimente discriminación en el trabajo; que no padezcan violencia y que sus familiares provean los satisfactores necesarios para que no tengan ningún tipo de carencia. Esta situación es difícil, dadas las condiciones de desempleo, informalidad y pobreza.
México es uno de los países con mayor esperanza de vida (75.7 años) entre otras naciones de Latinoamérica (73.4 años). Sin embargo, ya es el país número uno con personas obesas, con malos hábitos alimenticios y carentes de ejercicio físico. Esto ya dejó huella en la salud de su población, con el aumento de defunciones asociadas a enfermedades crónico-degenerativas.
En 2011, las cuatro principales causas de muerte son la diabetes mellitus (13.7%), las enfermedades isquémicas del corazón (12%), las enfermedades del hígado (5.5%) y las enfermedades cerebrovasculares (5.3%). Todas ellas concentran 36.5% del total de las muertes registradas en ese año.
“Reducir este tipo de enfermedades es uno de los desafíos para las instituciones de salud, lo que lleva a promover la prevención y el cuidado a la salud propia, debido a que muchas de ellas se asocian a estilos de vida que se agudizan en la etapa adulta”, aseguró el Inegi.
En África, las condiciones son peores, en ese continente, el promedio de vida es de 55.2 años, debido en gran parte a la epidemia de VIH/sida, y otros factores asociados a conflictos armados, estancamiento económico y enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la malaria.
Lo cierto es que el estilo de vida de los mexicanos se ve deteriorado por malestares como el estrés, la mala alimentación, el tabaquismo, el alcoholismo, el sedentarismo, además de un medio ambiente desgastado.
De acuerdo con la OIT, “se ha hecho un uso intensivo de los recursos naturales que generará costes cada vez mayores, pérdida de la productividad y perturbación de la actividad económica, agravando con ello problemas asociados a la pobreza y la desigualdad, así como la malnutrición y la inseguridad alimentaria”.
En nuestro país, la deforestación aumenta paulatinamente; en el Informe de avances 2010 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en México se advierte que “entre 1993 y 2007 la superficie de bosques, selvas (con distintos grados de conservación) y otras cubiertas forestales como plantaciones comerciales y bosques inducidos se redujo 1.3 puntos porcentuales, al pasar de 35.3% a 34% del territorio nacional”.
El mismo informe señala que la emisión del dióxido de carbono aumentó en 27% entre 1990 y 2006, al pasar de 388.1 a 492.9 millones de toneladas.
En contraste, en cuanto al suministro de agua potable y saneamiento, se observan avances sustanciales: de 1990 a 2010 la proporción de población que contaba con agua entubada dentro de la vivienda y fuera de ésta pero dentro del terreno, aumentó de 78.4 a 90.9%; mientras que el porcentaje de población que contaba con servicios de saneamiento aumentó 61.5 a 89.6%.
Este es el cuadro de México y sus habitantes en el contexto del Día Mundial de la Población, conmemorado el 11 de julio con los siguientes objetivos:
“La conmemoración de este día tiene como objetivo centrar la atención sobre la importancia de los asuntos relacionados con la población, particularmente en el contexto de los planes y programas de desarrollo global, y sobre la necesidad de encontrar soluciones a las cuestiones que se plantean frente al crecimiento, la movilidad y distribución de la población, el desarrollo, los recursos disponibles y el deterioro del medio ambiente”.
Fuente Proceso
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