jueves, 12 de septiembre de 2013

El general Naranjo



Jorge Carrasco Araizaga

MÉXICO, D.F. (apro).- El asesor en seguridad del presidente Enrique Peña Nieto, el general en retiro de la Policía Nacional de Colombia, Óscar Naranjo Trujillo, reapareció esta semana en México para reiterar su discurso de administración policial y hacer una velada crítica a sus antiguos aliados del gobierno de Felipe Calderón.
Con el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, tuvo un gran acercamiento cuando el entonces gobierno de México quiso replicar parte de la experiencia de Colombia en el combate al narcotráfico.

García Luna y Oscar Naranjo fueron contemporáneos en su ejercicio como máximos jefes de la policía de sus respectivos países. García Luna, de diciembre del 2006 a diciembre de 2012. Naranjo, de mayo de 2007 a junio de 2012, nombrado por el alter ego de Calderón, el expresidente colombiano Álvaro Uribe. Renunció tras el triunfo de Juan Manuel Santos.
García Luna incluso le envió en 2008 como un enlace directo a su protegido y amigo cercano Javier Garza Palacios, luego de que éste fuera investigado por su supuesta complicidad con el narcotráfico.
En 2007, Garza Palacios era coordinador general de Seguridad Regional de la Policía Federal y fue señalado como responsable, junto con otros jefes policiales, de dejar circular a lo largo de 300 kilómetros de carreteras federales en el estado de Sonora a un convoy de 50 sicarios que asesinaron a policías del estado.
Garza Palacios fue exculpado del hecho por la Procuraduría General de la República y el órgano de Control Interno de la ya desaparecida Secretaría de Seguridad Pública que manejó García Luna.
La secretaría fue uno de los costosos juguetes de los que dispuso Calderón para la guerra que le declaró al narcotráfico, tal y como lo hizo Uribe.
Ahora, Naranjo dice que un error en América Latina ha sido la de reducir el tema de la seguridad al combate al narcotráfico, crear una y otra vez instituciones y adquirir equipos como si fueran “juguetes”, termino que el propio Calderón utilizó en noviembre de 2010 durante una entrevista con la televisión estadunidense para informar a los ciudadanos de ese país —no a los mexicanos— que había creado un centro de espionaje policial dentro de la secretaría de Seguridad Pública.
El general en retiro fue clave en los golpes del gobierno de Uribe a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Uno de los más importantes fue el de la Operación Fénix en marzo de 2008, cuando la Fuerza Área Colombiana bombardeó un campamento de las FARC en la provincia de Sucumbíos, en Ecuador, a unos dos kilómetros de la frontera con Colombia.
En el ataque murió el segundo al mando de las FARC, Luis Edgar Devia Silva Raúl Reyes y cuatro estudiantes mexicanos de la UNAM. Otra más, Lucía Morett, sobrevivió al ataque.
Con ese antecedente inmediato, Naranjo fue contratado en México. El propósito era que trabajara directamente con García Luna si ganaba el PAN la presidencia. En un gesto hacia Estados Unidos, Peña Nieto lo recuperó en un intento de convencer al gobierno y a la prensa de ese país que el retorno del PRI al gobierno federal no iba a significar una protección a la delincuencia organizada, en especial del narcotráfico.
Más que su experiencia y conocimientos del mundo narco de Colombia y sus conexiones con los narcotraficantes mexicanos, Naranjo tiene otra experiencia: la de negociar con el narcotráfico, según lo denunció el exagente de la DEA, Baruch Vega, quien escribió un libro sobre el papel del general Naranjo en el combate al narcotráfico en Colombia y reiteró sus reservas hacia el general en una entrevista con el periódico Reporte Índigo.
Además de la “asesoría externa” a Peña Nieto, el general Naranjo tiene otra cobertura: El Instituto Latinoamericano de Ciudadanía, auspiciado por el Tecnológico de Monterrey, donde coincide con el exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Jorge Tello Peón.

Fuente Proceso

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