viernes, 23 de agosto de 2013
El 81% de los padres de familia a favor de prohibir la comida chatarra en escuelas
Mathieu Tourliere
MÉXICO, D.F. (apro).- La asociación civil El Poder del Consumidor constató que 81% de los padres de familia está “algo o muy de acuerdo” con prohibir la venta de productos chatarra en las escuelas, entre ellos las bebidas azucaradas, cuya ingesta aumenta el riesgo de padecer obesidad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Obesidad, que este jueves publicó la Alianza por la Salud Alimentaría, en 77% de las escuelas mexicanas se permite la venta de comida chatarra (refrescos, papas fritas y golosinas), y sólo 47% de ellas cuentan con bebedores de agua potable, hecho que la asociación civil consideró alarmante.
La encuesta detalla que 67% de los padres de familia con hijos de entre seis y 16 años de edad consideran que la comida que venden en las escuelas es “poco o nada sana”, y el mismo porcentaje asegura que los niños consumirían menos chatarra si estuviera prohibida.
De igual manera, 38% de los entrevistados afirman que en las escuelas existe publicidad a favor de la comida chatarra, sobre todo de refrescos y bebidas carbonatadas. De hecho, puntualizan, 46% de la publicidad se centra en bebidas azucaradas, contra 9% de agua natural.
Si bien los padres aseguran que la publicidad no los engaña (64% considera falsos los mensajes), 86% estima que aquella influye de manera importante sobre sus hijos al incluir juguetes o regalos promociónales en los productos.
Más de la mitad afirmó haber visto publicidad para alimentos no saludables en la televisión más de una vez al día, y sólo 3% se manifestó ajeno a cualquier tipo de publicidad.
El Poder del Consumidor reveló que 81% de los entrevistados apoya la prohibición de la publicidad para comida chatarra en los programas y canales de televisión infantiles, y 77% pide que se suprima la inclusión de juguetes en los empaques.
Engaño publicitario
La encuesta observa que las etiquetas poco claras de los empaques generan confusión entre los compradores: 49% de los padres de familia las consideran “poco o nada comprensibles” en términos de información nutricional.
En ese sentido, 87% de los entrevistados dan su visto bueno a un sistema de señalamiento claro, como un semáforo con una escala de colores según el carácter saludable del producto.
En su portal de Internet, El Poder del Consumidor suele publicar “radiografías” de productos de acceso y consumo común en México para esclarecer sus composiciones nutricionales, sin caer en la publicidad.
El pasado lunes mostró que un paquete de seis galletas de avena con pasas marca Quaker –de PepsiCo– contiene entre 100% y 133% de la cantidad de azúcar máxima que puede ingerir un niño cada día.
También hizo “radiografías” a otros productos, entre ellos el jugo de soya AdeS, un equivalente a leche para bebé de Nestlé, o las mantecadas Bimbo sabor vainilla.
“Las empresas han elaborado etiquetas engañosas, han establecido autorregulaciones en la publicidad dirigida a los niños que les permite continuar con el engaño y la manipulación de la infancia”, manifestó Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor.
Según la encuesta, 97% de los entrevistados reconoce que la obesidad es un problema grave en México, que de acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas difundido en julio pasado, arrebató ya el título de país más obeso a Estados Unidos.
No obstante, pese a que 90% de las personas con problemas de sobrepeso está consciente que esa situación pone en riesgo su salud, sólo 35% admite padecer de obesidad o sobrepeso, mientras el Índice de Masa Corporal (IMC) revela que 53% de ellos adolece de alguna de ellas.
En la página del Poder del Consumidor, Luis Manuel Encarnación Cruz, de la organización Contrapeso, lamenta que “a pesar del reconocimiento de la gravedad de la obesidad en nuestro país y de los riesgos que representa para la salud, 89% de las personas que padecen obesidad no reconoce sufrir esta situación, al igual que 49% de los que sufren sobrepeso. Es evidente que hay una falta de conciencia de la situación personal, que se traduce en falta de cuidado”, puntualiza.
En contraparte, la Asociación Nacional de Productoras de Refrescos y Aguas Carbonatas (ANPRAC) dirige una campaña para disminuir la idea de que las bebidas azucaradas aumentan el riesgo de padecer obesidad y con ello enfermedades cardiacas, entre ellas diabetes e hipertensión.
Por ejemplo, el pasado 20 de marzo criticó un estudio de la Asociación Americana del Corazón, que establecía una relación entre el consumo de refrescos con enfermedades crónicas, y lo calificó de “científicamente débil”.
“La ingesta de azucares y otros carbohidratos no son los causantes directos de la diabetes”, afirma la ANPRAC en su informe, mismo en el que detalla que en el país se consumen al año 16 mil millones de litros de refrescos, cuya producción requiere un millón de toneladas de azúcar.
Poco después, el pasado 25 de abril, citó un estudio de la revista Diabetología, con lo que trató de demostrar que la diabetes tipo II tenía varias causas posibles. No obstante, admitió que “quien tiene declarada la enfermedad debe cuidar la ingesta” de refrescos.
Fuente Proceso
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