viernes, 23 de noviembre de 2012
La hora de García Luna, nos debe muchas explicaciones.
Por: Redacción / Sinembargo.
En una casi cualquier democracia del mundo, un secretario de Seguridad Pública federal como Genaro García Luna habría comparecido varias veces ante una comisión plural del Congreso de la Unión (o específicamente de la Cámara de Diputados) para que aclarara su rol en distintos eventos turbios.
Ejemplos: Por las acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito; por sus presuntas reuniones con jefes del crimen organizado, ventiladas por varios medios; por la posibilidad de que durante estos años haya beneficiado al cártel de Sinaloa y a Ismael “El Mayo” Zambada y a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera; por la ola de crímenes en ciudades como Juárez, Torreón, Monterrey o varias de Michoacán, que curiosamente se elevaron en cuanto hubo presencia de su Policía Federal y por otras sospechas. Pero deje de lado las sospechas.
Estos seis años, García Luna debió comparecer por los hechos: por disponer de recursos del pueblo de México para hacerle un museo a la Policía Federal que fue fundada por él en esta administración (con más dinero del que utiliza, por ejemplo, el Museo de la Revolución Mexicana); por utilizar presupuesto de la Nación para pagarse una serie de televisión que lo ensalzara; por manipular información oficial y realizar montajes con el objetivo de ocultar evidencia o para alterar escenas de crímenes o para beneficiarse públicamente de publicidad de los medios, y aquí sobran los casos: el Florance Cassez es quizás el más emblemático, y el último es el de Tres Marías.
En casi cualquier democracia del mundo, el Secretario de Seguridad Pública federal habría comparecido para explicar, con todas sus letras, documentos en la mano, qué pensaba cuando lanzó –una ala de los militares sostiene que vino de los civiles– la guerra que costó la vida a unos 100 mil mexicanos, y cómo había planeado detener esa matanza.
En una democracia ordinaria, casi en cualquiera, hubiera tenido que explicar el viraje en política internacional que dio México al entregar enormes proporciones del trabajo de inteligencia interna a Estados Unidos.
Aquí no sucedió. Y no sucedió porque el Presidente Felipe Calderón fue su gran defensor hasta el último día de su mandato (bueno, falta poco) y porque el PAN en la Cámara de Diputados se opuso. Si creemos en la normalidad democrática de México, Genaro García Luna todavía estará disponible para la justicia, ¿qué no? Si creemos en nuestro Congreso, podrá ser llamado a declarar ante esa comisión en los días, semanas, meses e incluso años posteriores al mandato de Calderón, ¿qué no? Genaro García Luna debe muchas explicaciones.
Y quizás el momento de darlas será cuando no tenga en la Presidencia de México su mejor defensa. ¿Es posible eso? ¿Es posible que esta Legislatura inicie cuanto antes la conformación de esa comisión que muchos mexicanos han pedido durante años, y llame a comparecer al, para entonces, ex Secretario de Seguridad Pública? Cualquier proceso de sanación deberá empezar por allí, ¿no están de acuerdo? ¿Por qué no llamar a García Luna a comparecer el 2 de diciembre de este 2012? ¿No son muchos los muertos, desaparecidos y desplazados? ¿Qué no son muchas las dudas?
Fuente Sin Embargo http://www.sinembargo.mx/opinion/23-11-2012/10851
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