Florence Toussaint
PARÍS.- La publicidad sigue buscando nuevas formas para expresar los
propósitos originales, tan viejos como sus primeras manifestaciones:
hacer del conocimiento público un objeto o servicio y alentar a la gente
a consumirlo.
Con
el desarrollo de la tecnología digital, la pantalla salió de los
lugares cerrados para tomar las calles, los parques, las avenidas y los
puentes así como el transporte público. Hoy en el Metro, sea de Londres,
París o México, los espectaculares están iluminados y los más recientes
son como pequeñas pantallas televisivas o de cine. En ellas hay
movimiento, éste puede ser un gráfico que gira, un dibujo animado o bien
un hombre o mujer proyectados en cámara lenta para observar todo el
transcurso de una acción; se aprecia hasta la vibración de los músculos
faciales. Ahora sólo falta que de estos recuadros salgan música,
palabras y olores.
En un juego de espejos, la productora de textos
electrónicos más grande del mundo, Amazon, los anuncia en un
espectacular en donde una mujer se lleva su tableta a la playa y se
recuesta en la arena a leer un libro.
Dentro de otras pantallas,
por ejemplo las de computadoras, la publicidad crece. Lo hace de manera
tan repetitiva que algunos sitios explican al usuario que viven de ésta,
de las llamadas “cookies” gracias a las cuales pueden ofrecer el
servicio. Antes de entrar a cualquier correo electrónico, hay que pasar
por anuncios, algunos de los cuales no se pueden cerrar a voluntad del
usuario, hay que esperar a que terminen de emitir su mensaje.
El
teléfono celular también está transformando la comunicación mediada por
un aparato. En Londres la emblemática cabina telefónica roja está por
desaparecer, ya ni los turistas la usan pues todos traen su dispositivo
móvil que traspasa fronteras. En París sucede otro tanto, es muy difícil
encontrar un sitio en que se alquilen líneas telefónicas para hablar al
extranjero y casi imposible para hacerlo dentro de la propia ciudad.
Los teléfonos públicos callejeros son una antigüedad. En cambio, el uso
del celular aumenta constantemente. Según datos oficiales, en Francia,
durante el primer trimestre de 2013, el volumen de llamadas por este
medio llegó a 33.3 millones de minutos, un aumento de 5.4 millones en un
año, lo cual representa 23 minutos más por cada cliente comparado con
2012. Y lo mismo sucede con los mensajes.
No es de extrañar que en
este entorno las telecomunicaciones se hayan vuelto un negocio boyante y
en crecimiento. También que la tendencia a innovar crezca con objeto de
hacer obsoletos los equipos y obligar a la gente a comprar el
dispositivo más reciente con tal de no quedarse fuera de esta red que
más bien parece una telaraña. Aunque en Francia no todas son malas
noticias, pues el aumento en el uso del celular se debe también a la
baja en el promedio del precio por minuto. Esta realidad constituye una
ventaja para el consumidor mientras que los operadores ven disminuidas
sus ganancias en un 12%. En México es muy poco probable que sucediera lo
mismo
Fuente Proceso
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