sábado, 24 de noviembre de 2012

El amargo adiós de Calderón.



Lilia Arellano - Opinión EMET 

Las últimas giras de Felipe Calderón, realizadas sin ton ni son, se han convertido para el michoacano en un amargo adiós, en el que el tema central, al igual que a lo largo de su gestión, fue su “guerra al narcotráfico”. No puede ser de otra manera pues no hay otro rubro que destacar, su sexenio tuvo el signo de la muerte, desde el principio hasta el final. Lo mismo en Sinaloa, que en Veracruz, Michoacán o Quintana Roo, el inquilino de Los Pinos ha dedicado los últimos días de su gestión a justificar su fracaso en materia de seguridad, la carnicería que desató su declaración bélica a los cárteles de la droga y las múltiples violaciones a los derechos humanos que se cometieron a lo largo su administración, con frases elaboradas por sus propagandistas como “el Estado Mexicano actúo en legitima defensa” y “se golpeó como nunca antes” las estructuras logísticas y financieras del crimen organizado, las cuales no se apegan para nada a la realidad.

En Michoacán, uno de los cárteles que no logró desarticular, el de  “Los Caballeros Templarios”, lo despidió esta semana con narcomantas; volantes y carteles se distribuyeron en comunidades rurales y cabeceras de al menos una decenas de municipios de Guanajuato, Guerrero y el Estado de México, en los que le reprocharon la guerra emprendida en contra de los grupos delictivos. Los recorridos para presuntamente inaugurar obras de salud o de infraestructura vial, menores todos ellas que no justifican el enorme gasto federal, fueron opacadas por las justificaciones del michoacano que no encontró argumentos para disculparse ante el pueblo mexicano, pero si siguió insistiendo en que “cumplió” con su deber.


En Veracruz, felicitó a las fuerzas armadas por secundarlo ilegalmente en labores policíacas que no les corresponde; en Quintana Roo, sólo fue a supervisar el puente fronterizo Subteniente López II “Chactemal”, en el que dice que se invirtieron 180 millones de pesos, y que servirá para fortalecer el intercambio comercial entre México y Belice. En Chetumal volvió a defender su “ocurrencia” de cambiar el nombre al país de Estados Unidos Mexicanos a simplemente México; en Ciudad del Carmen, Campeche, tuvo otra “genial” ocurrencia, poner en marcha la obra de un boulevar que llevará el nombre de Juan Camilo Mouriño, quien fuera su secretario de Gobernación y a quien le tuviera un gran cariño. No importa que la actuación en la administración pública federal del funcionario fallecido en un lamentable y todavía no aclarado accidente aéreo fuera sumamente cuestionada, sobre todo por favorecer los intereses económicos de su familia, ligados a empresas españolas.

Hacia mucho tiempo que un gobierno federal no gastaba tanto para alcanzar tan pobres resultados. Los saldos que deja y los pendientes que hereda son muchos, particularmente en el área de seguridad pública, sin dejar de destacar una Nación completamente endeudada con una economía en franca desaceleración que sigue golpeando al empleo y a los trabajadores mexicanos.

Fuente Revistaemet http://revistaemet.com/nota/el-amargo-adios-de-calderon/13648

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