sábado, 24 de noviembre de 2012

Mouriño, Blake y los 100 mil homicidios de Calderón.



Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET

Nacido en Galicia, España, y naturalizado mexicano, Juan Camilo Mouriño fue diputado federal, subsecretario en Energía, jefe de la campaña presidencial de Calderón. Poder absoluto en la Oficina de Los Pinos, secretario de Gobernación y precandidato a la sucesión calderonista. José Francisco Blake Mora fue sacado de la chistera calderonista para sustituir a aquél en Gobernación y también tenía ansias de torero para la sucesión presidencial. Como Colosio en el salinismo y Obregón en el callismo, ambos murieron en el intento y quedaron en la sospecha de accidentes… intencionales.

Dicen que un avión volaba cerca del aparato del gachupín-mexicano, y que sus turbinas de alta potencia lo capturaron y echaron abajo, a unos minutos de aterrizar. Y que la neblina provocó que el helicóptero de Blake chocara en una pendiente alta, tras haber cambiado de ruta a la fijada de antemano. No se dijo que minutos antes una avioneta sobrevoló el lugar del percance, y lo que campesinos del lugar oyeron y vieron.

Calderón los lloró en público. Los homenajeó como “héroes”, y no precisamente como mártires de sus ambiciones políticas. Más a Mouriño, tanto que en Campeche, donde radican las matrices de los negocios de la familia, tiene una estatua. Y fue a Galicia para verificar que Pemex concrete los contratos para la construcción de barcos-hoteles, y a visitar la tierra de los Mouriño. Pero los mexicanos no estamos convencidos de que fueron accidentes. La comisión que investigó el “accidente” de Blake, informó que el piloto era lo mejor de los aviadores… pero de todas maneras cometió un error (“error humano” machacaban) y tuvo lugar el encontronazo de la nave contra un cerro.


Insisten desde Los Pinos en que fueron accidentes… ¿accidentes, accidentes? Curados de espanto los mexicanos dudamos de la verdad oficial. Lo de Colosio no fue un accidente. Ni lo de Obregón. Ni el atentado contra Ortiz Rubio. Y para nadie es novedad que Mouriño quería la candidatura presidencial por el PAN. Y Blake, también acariciaba esa ambición. ¿Qué no guardó su distancia el avión donde viajaba Mouriño, respecto a la nave que iba por delante? Y, ¿el piloto de Blake cometió varios errores? Se dice que el “poder… es el poder de matar”. Refrán ruso que le viene muy al pelo (y es calvo) a Putin, el nuevo Stalin de Rusia.

Calderón tuvo como titulares de Gobernación a: Ramírez Acuña, quien lo “destapó” retadoramente contra Fox y terminó de Embajador. A un Mouriño que no podía controlar. Gómez-Mont, el que negoció con Beatriz Paredes y Peña para no hacer ruido en el Estado de México. A Blake Mora. Y a Poiré. El asunto, pues, es que las muertes de Blake y Mouriño se quedan en el misterio y sólo unos cuantos saben lo que en verdad ocurrió. Dos casos para Hércules Poirot, el célebre detective de Agatha Christi, en sus novelas policiacas. Un muerto más o un muerto menos, son rayas al tigre panista, ya que entre los más de 100 mil homicidios de Calderón nada altera el récord que supera al pasado inmediato.

Fuente Revista emet

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