“Ya aprendí a ver a mis compañeros salir
en libertad y siempre es un contento”, expresa. La mitad de los presos
del país son inocentes, dice.
Hermann Bellinghausen, enviado
Los Llanos, Chis.
“No pediré el indulto del gobierno. No tengo de qué pedir perdón,
pues”, declara Alberto Patishtán Gómez en el patio del penal
número cinco, en San Cristóbal de las Casas, ante las versiones de
que, si el tribunal colegiado federal que revisará su caso
próximamente en Tuxtla Gutiérrez determinase mantenerlo preso, el
gobierno federal podría indultar al profesor tzotzil tras 13 años
encarcelado, y una condena de 60, bajo cargos falsos y como chivo
expiatorio de cuatro sucesivos gobiernos.
“Conozco varias
cárceles y puede decirse de todas que 50 por ciento de los presos
son inocentes”, manifiesta. “Tuve oportunidad de hablar con
muchos, unos que sí confiesan que la hicieron, y otros niegan el
delito, aunque no me convencen; pero aproximadamente la mitad
seguramente está en la cárcel por una mala decisión de los jueces
y mal trabajo de los agentes ministeriales. Muchos ni siquiera están
sentenciados”.
Por primera vez en largo
tiempo hay poca gente para la visita dominical en el rincón del
patio carcelario donde se han reunido durante años los adherentes de
la sexta, en torno a sus presos. El pasado jueves salieron casi
todos, nueve de ellos. Aunque durante la mañana hubo visitantes, se
siente que hoy no están, ni sus familias.
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