jueves, 22 de agosto de 2013
Caótica sesión de diputados en el Centro Banamex
Jesusa Cervantes
MÉXICO, D.F. (apro).- Entre gritos, insultos, reclamos, e incluso actos de violencia, poco más de 400 diputados iniciaron la sesión del periodo extraordinario a varios kilómetros de San Lázaro, en el Centro Banamex como sede alterna.
Cuando el presidente de la mesa directiva, el priista Francisco Arroyo, dio por iniciada la sesión y sometiera a consideración el orden del día, los diputados se percataron de que la Ley General del Servicio Docente, motivo de preocupación de los maestros disidentes, se había eliminado del debate, ello generó airados reclamos de los panistas.
Esther Quintana, del PAN, reclamó al presidente de la mesa directiva que se hubiera eliminado el controvertido dictamen y dijo que no se valía que “un grupo de vándalos” tuviera el control de San Lázaro. Enseguida, aseguró que “estamos en la anarquía”.
Mientras Quintana gritaba desde la improvisada tribuna en contra de los maestros, sus compañeros de bancada exigían a gritos, de pie, “¡Fuera Arroyo, fuera Arroyo!”.
En tanto, al hablar a favor de que se haya eliminado de la discusión la Ley General del Servicio Docente, el coordinador del PRD, Silvano Aureoles, reclamó que se hubiese atropellado la democracia y no se respetara a las minorías.
También reclamó que a los dos perredistas integrantes de la mesa directiva no se les haya convocado ni notificado sobre la determinación de la sede alterna.
En momentos en que Aureoles hablaba de la falta de respeto, la fracción del PAN le respondía, “¡cómplice, cómplice, cómplice!”; lo anterior motivó que por lo menos una veintena de diputados del PRD tomara la improvisada tribuna y protegiera a su coordinador, debido a que la sesión se crispaba aún más.
Silvano Aureoles se mantuvo en la tribuna y adelantó que el PRD no va a aceptar las exclusiones del PRI, por lo cual seguirán dando la batalla en la discusión.
Además, manifestó la inconformidad de su fracción por la forma en que el PRI impuso, primero, tres dictámenes en la Comisión de Educación, y luego en unas cuantas horas elimino uno sin consultar a todas las fracciones.
Entonces pidió la palabra nuevamente una diputada del PAN, Mariana Dunyaska, quien dijo que se había violentado el estado de derecho, ya que no se estaba sesionando en San Lázaro y, de manera unilateral, se suprimió de la Gaceta Parlamentaria ese dictamen.
Dunyaska García Rojas reclamó al PRI que no fuera capaz de mantener la gobernabilidad, e incluso comparó esta situación con el episodio en que Enrique Peña Nieto tomó posesión como presidente de la República, también en un ambiente crispado, pero que el PAN, todavía en el gobierno federal, supo manejar la situación, lo “que hoy no ocurrió”, acusó.
Asimismo, advirtió que el presidente de la mesa directiva “nos debe una explicación a los diputados y a la nación de por qué violentó la ley y eliminó de la Gaceta la normatividad que afecta al magisterio.
“Porque no puede ser un legislador el que violente la ley”, alertó.
Ya con el ánimo exaltado, sobre todo de panistas y perredistas, el diputado por el PT, Ricardo Monreal, destacó que hoy se está sesionando a “salto de mata”, en la clandestinidad y en una sede alterna; desde las curules improvisadas del PVEM, su coordinador, Arturo Escobar, les gritaba que “ellos lo provocaron”, refiriéndose a los maestros,
Sin embargo, como la mayoría de los legisladores empezó a reclamar e insultar al diputado Monreal, una legisladora del PRD, Socorro Ceseñas, gritó a otra diputada del Partido Verde que dejara hablar al petista, lo que provocó que ambas legisladoras se empezaran a gritar.
Justo cuando parecía que ambas se agredirían físicamente, el diputado priista por el Estado de México, José Rancel, se metió entre ellas para evitar mayores conflictos. Para ese momento la mayoría de los diputados centraba su atención en las rijosas y no en Monreal.
Monreal, a quien no dejaban continuar con su discurso, culminó su participación invitando a los legisladores a debatir y dejar de lado las ofensas.
Para concluir, Monreal dijo que prefería estar del lado de los maestros y “no de los vándalos de cuello blanco y corruptos”. “Me alegra que se haya excluido la Ley del Servicio Docente”, remató el petista.
De nuevo los panistas pidieron la palabra. Rubén Camarillo subió a tribuna y advirtió que “los ánimos están crispados y no puedo aceptar que se venga a presentar un orden del día fuera del reglamento. Enseguida reclamó a Francisco Arroyo:
“Señor presidente, usted no es la Cámara de Diputados, somos 500; usted no se puede arrogar el derecho de quitar o poner de la Gaceta Parlamentaria lo que le plazca ni puede suprimir de la Gaceta un asunto tan importante que se tiene que discutir”.
Mientras Camarillo exponía su postura, sus compañeros panistas festejaban que reclamara al presidente de la mesa el que estuviera estaba engañando a los mexicanos, “y con ello usted y el PRI están diciendo que no están dispuestos a cerrar el círculo de la reforma educativa”.
También conminó a Arroyo Vieyra a que “acepte que este gobierno no quiera consumar la ley… Ojalá y cuando usted se vaya, no se vaya por la puerta de atrás”.
Después de los reclamos, gritos e insultos, la mesa directiva sometió a votación la propuesta de incluir la Ley del Servicio Profesional Docente propuesta por el PAN y, de manera avasalladora, el punto fue rechazado. Sólo los panistas querían votar la citada ley.
Luego de ello arrancó la discusión de la Ley General de Educación, lo cual provocó un desorden y desatención total de los diputados, y sólo quienes estaban en tribuna y sus compañeros de partido asumían la posición que les interesaba atender.
Lo anterior, porque diputados del PRI, PAN, Partido Verde y Panal están de acuerdo en votar a favor la citada ley, en tanto que PRD, PT y Movimiento Ciudadano se manifestaron en contra e intentaron debatir desde la tribuna.
Y mientras los legisladores sesionaban en el Centro Banamex, en el Palacio Legislativo de San Lázaro más de 8 mil maestros acampaban para impedir el ingreso de los diputados, quienes por primera vez en la historia tuvieron que cambiar la sede para desahogar un periodo extraordinario.
Fuente Proceso
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