Juan Pablo Proal
Muy respetados mexicanas y mexicanos. Es pusible, pusible, posible, perdón, que el sacudimento, sacudimiento que provocaron las acusaciones de corrupción en mi contra haya afectado la buena imagen que tenían de una servidora.
Ante estas ementualidades-ementualidades, eventualidades, una disculpa, quiero precisar que vivo de lo que he ahorrado. No tengo vicios. En 1973 heredé de mi honorable abuelo, don Rubén Morales Trujillo, la suma de 300 centenarios que he sabido administrar muy bien desde entonces. Soy una mujer que tiene una manera de vivir solvente.
En un ataque demoniado-demoninado, demoníaco, perdón, han querido manchar el nombre de mis hijas, mis nietos y mi familia: Eso no tiene perdón de Dios. Que si mi hija Maricruz tiene una residencia de 60 mil billones, no, seis tres ceros mil millones, no, 60 millones de pesos, ¡mentira de todas las mentiras! Si quieren, de mí digan lo que quieran, pregúntenme lo que quieran, pero no se vale que se metan con la familia.
¡Hablemos de educación!, del sindicato, de la reforma educativa, de la necesidad de que miles y miles de niños aprendan valores y mejoren su lectura. Basta ya de dimes y diretes, de grillas y divisiones. En este universo mundial, es iverrelavante, iverelante, irrelevante meternos a esos temas. Existen pendemias, penmedias, pandemais, pandemias, virus tan graves como la influencia AHLNL… Seamos serios, por Dios.
La vida en la cárcel no es fácil, pero soy una guerrera. Me gusta vivir bien, nunca lo he negado. Lo más duro de estar aquí es no poder ir a Neiman Marcus, no saben cómo disfrutaba de esas visitas culturales. Extraño la casa de Polanco. Cuando viajaba en mi avión privado me sentía como una paloma tocada por el cielo. No es autoplacencia, autocomplecencia, autocomplacencia, todos debemos aspirar a vivir de una manera digna, con trabajo y disciplina, como yo lo hice.
Lo bueno de estar aquí es que casi nada ha cambiado allá afuera. Las propiedades que de manera honrada le heredé a mi familia, ahí están, como un patrimonio decente para los Gordillo. Mi partido, el Panal, aún recibe jugosas aportaciones del Estado. Mi querido gober poblano Rafael Moreno Valle y nuestros socios arrasaron en la elección pasada de Puebla. Sí, no es lo mismo mandar desde una celda, pero yo no me rajo en ninguna circunstania, cirstancia, circunstancia.
Tengo confianza en las instituciones de este país. Así como a mi amigo Raúl Salinas, acusado injustamente de corrupción, lo dejaron en paz, sé que pronto estaré de regreso. Mis abogados y, sobre todo, mis aliados, están negociando para que todo este gamilatias, gatimalias, galimatías termine y pueda regresar a casa.
Ya no soy una mujer joven, la verdad. Desde antes pensaba que ya era tiempo de retirarme y así lo haré. Estoy pensando en Paris, Roma o Miami. Quiero pasar mis últimos días descansando, lo tengo bien merecido. Consintiéndome, pues, un rico masaje, algunos bailarines, ¿por qué no? y, sobre todo, la compañía de mi amada familia.
México tiene muchos retos en materia educativa, pero confío en que los mexicanos sabrán salir adelante como yo lo hice. A mis amados y siempre fieles dirigentes del SNTE, que nunca se cansaron de elugiarme, elogirarme, elogiarme, les digo que aguanten, así es la política, y ustedes saben cómo actuar sin mí. Lo están haciendo muy bien: Sigan depositando los cheques a las cuentas de siempre.
No voy a negar que estoy un tanto molesta con las autoridades federales, con mi amigo Enrique Peña Nieto, en particular. Sin embargo, entiendo que así es la política, soy una profesional del servicio público, sé de tiempos y acuerdos. Pero finalmente confió en él. Yo soy una mujer de palabra y sé que él también cumplirá con lo pactado.
A los mexicanos les digo, si es pusible, posible, borren esa mala imagen que algunos tienen de mí. No obedece a la verdad. Ante todo, soy una maestra honrada, una idealista que quiso un país mejor. Yo voy de salida, pero sé que detrás de mí vienen muchas Elba Esther Gordillo que, con tenacidad, ambición y honradez, seguirán mi ejemplo.
Aquí yace una guerrera y como guerrera moriré. Muchas gracias, su querida amiga:
Elba Esther Gordillo.
Fuente Proceso
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