De nueva cuenta, en la
carrera inflacionaria llevan la delantera, y por mucho, los precios de
los alimentos, con lo que mes tras mes se agudiza el deterioro del poder
adquisitivo del salario de la mayoría de los mexicanos, la cual destina
la mayor proporción de su ingreso a la compra, precisamente, de
alimentos. Y tanta es la ventaja que al cierre de abril pasado tales
precios se incrementaron más del doble (9.45 por ciento) que los
registrados en el índice general (4.65 por ciento), y 2.3 veces por
arriba del aumento al salario mínimo autorizado para todo 2013.
De acuerdo con el más reciente reporte que sobre esta situación
elabora la Cámara de Diputados, se advierte que en el ámbito nacional la inflación de alimentos aumentó su ritmo de crecimiento debido al incremento de los precios de algunos productos agrícolas, como frutas y verduras, derivados de granos, como harina de maíz y trigo, y algunos productos derivados del sector pecuario, como pollo y huevo. La inestabilidad que prevalece en los mercados internacionales y la posibilidad de una menor productividad del campo por la sequía en diversas entidades de la República (casi 40 por ciento del territorio nacional tiene algún nivel de estiaje) siguen contaminando el nivel de los precios de los granos y oleaginosas.