jueves, 8 de agosto de 2013
La justicia peñista
José Gil Olmos
MÉXICO, D.F. (apro).- Cuando en febrero metieron a la cárcel a Elba Esther Gordillo muchos afirmaron que este era un mensaje de Enrique Peña Nieto contra los poderes fácticos y que haría lo mismo que hizo en su momento Carlos Salinas de Gortari para legitimarse en el poder, dar golpes espectaculares y luego aplicar su justicia contra otros personajes.
Pero Peña Nieto ya mostró con Raúl Salinas de Gortari, Arturo Montiel y Carlos Romero Deschamps su propia interpretación de la máxima jurista de: “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos nada más justicia”. Para el presidente priista a los amigos toda la gracia y nada de justicia a pesar de los evidentes actos de corrupción.
La Procuraduría General de la República (PGR), a cargo de Jesús Murillo Karam, no presentó las pruebas suficientes para comprobar que la riqueza de Raúl Salinas de Gortari era producto de sus actividades ilícitas que, con toda impunidad, realizó cuando su hermano Carlos era el presidente.
El pasado 31 de julio la PGR anunció que apelaría la sentencia dictada el 19 de julio por el juez 13 de Distrito en Materia Penal, Carlos López Cruz, quien exoneró a Raúl Salinas del último delito fincado en su contra, enriquecimiento ilícito. Exonerado el llamado “hermano incómodo” recibirá 224 millones de pesos, así como 41 inmuebles en 24 entidades del país, que le habían sido incautados.
El juez López Cruz admitió que “al no acreditarse que los bienes que fueron adquiridos por el servidor público Raúl Salinas de Gortari son el producto del abuso de las atribuciones conferidas”, entonces se desvanecía el delito de enriquecimiento ilícito.
Nadie explica cómo fue que Raúl Salinas, siendo director de Conasupo, acumuló en menos de una década 52 millones de dólares, 41 inmuebles y fondos de inversión en el extranjero.
De Arturo Montiel, su tío, tampoco la justicia de Peña Nieto lo ha tocado a pesar de su evidente riqueza explicable a todas luces por el uso de los recursos públicos cuando fue gobernador del Estado de México. En Atlacomulco muchos recuerdan que hace 30 años Montiel era un “machetero” y cargaba las cajas de cervezas de los camiones propiedad de su familia. Hoy es empresario de la construcción, la industria del entretenimiento, la importación y a todo lo que tuviera que ver con los grandes negocios.
El exgobernador del Estado de México (1999-2005) que inició su carrera política como alcalde de Naucalpan en 1975, tiene residencias en Acapulco, Careyes, Valle de Bravo y París, con un valor estimado en 108 millones de pesos. En el 2006, cuando pretendía ser candidato presidencial del PRI, su adversario Roberto Madrazo presentó pruebas de depósitos bancarios por más de 30 millones de pesos a sus dos hijos y a su entonces esposa Maude Versini. A pesar de las pruebas presentadas, Peña Nieto como gobernador se negó a investigar a fondo y luego declaró que no había evidencia de desvío de recursos de su antecesor Arturo Montiel.
Otro de los agraciados de la justicia peñista es el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, con quien recientemente negoció el gobierno federal la titularidad sindical previamente a la propuesta de reforma energética que está por presentarse la semana entrante.
Hace poco se reveló que su hijo José Carlos Romero Durán compró dos departamentos en un condominio de lujo en Miami Beach, por los cuales pagó 7 millones 550 mil dólares. Además conducía varios autos de lujo como Ferrari, Masserati y BMW.
En mayo del año pasado, su hija Paulina Romero Deschamps, presumió en redes sociales que viajaba por el mundo en aviones comerciales y privados, en yates, comía en restaurantes exclusivos y compraba bolsas de marca de más de 40 mil pesos.
A pesar de las demandas para que se investigaran cada uno de estos casos de riqueza explicable, la justicia peñista cerro los ojos y dejó que el escándalo mediático se apagara con el tiempo. Al fin que la justicia es ciega.
Fuente Proceso
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