Juan Carlos Cruz Vargas
MÉXICO, D.F. (apro).- México “está estancado” y, si avanza, lo hace a
paso lento ante la incapacidad de la clase política para realizar
reformas estructurales que impulsen el crecimiento económico, advirtió
el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
En 2013,
México ocupa la posición 32 entre 46 países en materia de
competitividad, considerada como la capacidad para atraer y retener
talento e inversión.
En otras palabras, el país se encuentra en la
misma posición que hace 11 años en relación con las principales
economías del mundo, según el Índice internacional de competitividad
2013, México ante la revolución energética del siglo XXI, presentado
esta mañana por el director del organismo, Juan Pardinas.
Con un
producto interno bruto (PIB) per cápita de 10 mil 47 dólares, México no
logra salir de la zona media de la tabla y mucho menos llegar a los
niveles de quienes ocupan el ‘top 10’, como Suiza, Dinamarca, Suecia,
Holanda, Irlanda, Reino Unido, Bélgica, Japón, Australia y Noruega, que
registran un PIB per cápita de 58 mil 951 dólares.
De 2001 al
2011, el país sólo ha avanzado en los rubros económico y social. De ahí
en fuera se mantiene igual en el aspecto político, mientras que se
desplomó nueve lugares en materia de gobierno; en menor medida,
relaciones internacionales, medio ambiente, innovación y derecho.
Para
el IMCO, a pesar del buen comportamiento de las variables
macroeconómicas y de algunos avances en lo social y en lo político, el
país no ha podido crear las condiciones para que la economía “despegue”.
“En
términos absolutos es cierto que México está mejor que hace 11 años:
los indicadores de ingreso, educación, salud y consumo son, sin duda,
mejores. Sin embargo, muchas naciones similares a México –como Chile,
Perú, Brasil o Colombia en América Latina, y muchas otras en Asia– han
avanzado a un ritmo mucho mayor”, aseguró.
Según Pardinas, en 2013
el Ejecutivo y el Congreso de la Unión tienen ante sí la oportunidad de
realizar una reforma constitucional al sector de petróleo y gas que
podría transformar el destino de México.
También precisó que mientras Estados Unidos vive un auge energético, la producción en México se encuentra en crisis.
“Con
un sector de hidrocarburos más cerrado que el de Cuba, Irán y Corea del
Norte, la producción de petróleo ha caído 25% en los últimos nueve años
y la producción de gas no alcanza para cubrir la demanda nacional y las
necesidades del sector industrial”, deploró.
El directivo del
IMCO advirtió que de no hacer los cambios necesarios al sector,
“corremos el riesgo de perder competitividad industrial, de quedarnos
con los recursos atrapados en el subsuelo, y de que México sea incapaz
de adaptarse al nuevo orden energético global”.
Lo anterior encaja
en un contexto donde el mundo vive una nueva era de los hidrocarburos.
“Los avances tecnológicos han permitido que muchos recursos antes
inaccesibles hoy sean viables técnica y comercialmente”, precisó.
De
acuerdo con el organismo, los cuatro objetivos que la reforma debe
buscar son: maximizar el valor de la renta petrolera; garantizar la
seguridad energética y fortalecer la competitividad del país; convertir
al sector en una palanca del desarrollo industrial y tecnológico, así
como transformar la renta petrolera en bienestar de largo plazo.
En
términos numéricos, acotó, concretar una reforma energética que
garantice una mayor apertura al sector y sea capaz de atraer inversiones
abonará 1.7% más al crecimiento económico de México.
Una reforma
energética de ese calado, insistió, “abonaría 1.7% más al producto
interno bruto (PIB) del país, lo que implica generar unos 310 mil 230
empleos formales al año y cuadriplicar los actuales niveles de inversión
extranjera directa”, resaltó Juan Pardinas.
Fuente Proceso
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