La percepción sobre el futuro del régimen de Peña se vuelve negativa. A principios de año las posibilidades de que
No hay área en que no vayamos para abajo. La resistencia de la CNTE
es espectacular, sobre todo porque transparenta la incapacidad del
gobierno para negociar o para reprimir dentro de la ley. Pero hay cosas
peores: el avance del crimen, los estallidos de violencia, la
multiplicación de los grupos de autodefensa, la infiltración de
elementos radicales, la prepotencia del narcotráfico. La imposibilidad
del Estado para garantizar las vidas y propiedades en muchas zonas. El
agotamiento del Pacto por México. La disipación del fraude mediático que
fue el despegaraparecían altas y el colapso casi imposible. Escribí entonces que la luna de miel resultaría muy breve y que Peña se debilitaría ( La Jornada, 3/2/13). Hoy los deterioros son tan grandes y tan rápidos que pudiéramos temer si no un colapso sí una serie de crisis cada vez más difíciles de controlar.
momento de México.
La manipulación de la cruzada contra el hambre. La contracción de la economía. Y los indicios de debilidad del peso y el crecimiento de desempleo y miseria. Un gobierno que no puede manejar la economía pierde credibilidad, autoridad y capacidad para aplicar la ley y para gobernar.
Y en medio de todo esto Peña se lanza a una contrarreforma energética confiando en poder engañar con una campaña en radio y Tv a la mayoría de la población que sigue oponiéndose. La gente tiene muy viva la conciencia de la larga cadena de privatizaciones fraudulentas e ineficaces. Y sabe que Stiglitz tiene razón al criticar a las compañías petroleras por su voracidad inaudita.
con prudencia. Lo sensato sería cambiar de rumbo. Un verdadero golpe de timón como el que dio Dilma Rousseff ante las protestas masivas en Brasil: una política anticorrupción no selectiva. Una reforma fiscal para debilitar a los monopolios. Retirar las propuestas conflictivas y convocar a un plebiscito para que la gente se defina no sólo en el tema de los energéticos sino en una gran reforma política.
Peña no le hará caso a Castañeda porque no come lumbre y no imitará a Rousseff porque carece de soporte político y ético y del prestigio de su colega brasileña. Como sea, al oscurecerse el horizonte no podemos sentir alegría. Todos estamos en el mismo barco.
Fuente La Jornada
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