miércoles, 4 de septiembre de 2013
Los enemigos de Peña
José Gil Olmos
MÉXICO, D.F. (apro).- Las dos veces que Enrique Peña Nieto ha acudido a la Cámara de Diputados ha sido en medio de amplios cercos de policías y soldados que lo han protegido de las protestas de grupos sociales que no están de acuerdo con su triunfo ni con su gobierno incipiente.
¿Qué imagen ofrece un presidente que tiene que protegerse para ir la tribuna parlamentaria —en el segundo intento ni siquiera llegó— con estas medidas de seguridad? ¿Ésta es la imagen o figura de quien se dice ser el representante de las mayorías y en su primer informe de gobierno tiene que encerrarse en su casa para hablar con los suyos y dar un mensaje por los medios a una hora en la que la mayoría no lo escucha ni lo ve porque está trabajando o estudiando?
¿Cuántos atendieron a Peña Nieto en su primer informe de gobierno? A reserva de que salgan las primeras mediciones, me parece que fueron unas minorías.
De acuerdo con la Constitución el uso legal de la fuerza se da cuando se tiene a un enemigo que puede atentar contra el país, sus instituciones o sus autoridades. Se usa la fuerza también para dar seguridad a la población o para ayudarla en casos de emergencia. El primero de diciembre del 2012 y el primero de septiembre del 2013, Peña Nieto ha usado la fuerza para protegerse de jóvenes desempleados o sin oportunidades de educación, de mujeres y hombres que están en desacuerdo con su forma de gobernar, con maestros que intentaban discutir las reformas educativas de evaluación, con grupos sociales que ante la impotencia de no ser tomados en cuenta por ninguna autoridad o representación popular han salido a la calle a manifestarse.
En estas dos fechas Peña Nieto ha corroborado las afirmaciones que se habían hecho antes de su llegada a la presidencia, de su proclividad por la mano dura y el autoritarismo.
Desde la represión en Atenco, donde hubo violaciones, golpes, torturas y detenciones arbitrarias contra los pobladores, Peña reveló como gobernador que no le gustaban las manifestaciones sociales de protesta.
También desde entonces mostró que sus principales aliados son los grandes consorcios de comunicación, principalmente Televisa y TV Azteca, quienes entonces y ahora con los maestros se han encargado de encabezar la campaña de denostación en contra de los manifestantes acusándolos de violentos, agresores, flojos y peligrosos para la estabilidad social.
A reserva de que puedan cambiar las cosas en el contexto social y económico principalmente —lo cual dudo mucho—, el gobierno de Peña Nieto seguirá el camino del uso desmedido de la fuerza pública en contra de quien califica como las minorías y a quienes en los hechos trata como sus enemigos. Al mismo tiempo, seguirá con la estrategia policiaco-militar ante los grupos realmente peligrosos como son los del crimen organizado a los que quiere descabezar de un solo golpe sin combatir las profundas ramificaciones que ya tienen con los grupos políticos, económicos, financieros, policiacos y castrenses.
El riesgo de la mano dura y de que Peña Nieto los siga tratando como “minorías” o como enemigos es que en reacción los grupos sociales pueden radicalizarse aún más, que surjan más grupos de autodefensa ciudadana armados y dispuestos a defenderse en otras zonas del país o que como los maestros se declaren en “insurgencia” o en “desobediencia civil pacífica” abonando a la crisis que ya se vive un elemento más y se corra el riesgo de una desestabilización social.
Fuente Proceso
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