Los niños que estudian y trabajan se
encuentran en una situación de "doble jornada" que limita su desarrollo
integral, el cual incluye no sólo la adquisición de conocimientos y
habilidades por medio de la escuela, sino el tiempo necesario para el
descanso y el esparcimiento, planteó.
Roberto González Amador
México,
DF. Uno de cada diez niños y adolescentes en México se ve
forzado a realizar alguna actividad económica, aun cuando las leyes
nacionales establecen la prohibición para el trabajo infantil, de
acuerdo con datos divulgados este viernes por el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi). En prácticamente la mitad de
los casos, trabajan sin recibir un salario a cambio y en condiciones
que ponen en riesgo su integridad y salud, agregó.
Aproximadamente tres millones de niños y adolescentes de entre cinco y 17 años de edad realizan alguna actividad económica, apuntó el Inegi. Este universo equivale a que 10.5 de cada 100 niños mexicanos trabajan y de ellos, poco más de dos terceras partes (68 por ciento) son varones y una tercera parte (32 por ciento) mujeres, abundó el organismo.
Por grupo de edad, tres de cada diez niños o adolescentes que trabajan son infantes de cinco a 13 años y el resto, siete de cada diez, adolescentes entre 14 y 17 años, añadió.
En México, la protección de la población infantil contra las formas de trabajo se encuentra plasmada en la Constitución y se materializa en la Ley federal del trabajo, en la que se establece la prohibición para que los niños menores de 14 años trabajen, recordó el Inegi. En el caso de los adolescentes de 14 a 17 años lo permite siempre que exista un permiso de los padres, cuando haya compatibilidad entre el estudio y el trabajo y mientras se salvaguarde el bienestar de los niños, abundó.
La Organización Internacional del Trabajo estableció el 12 de junio como el Día mundial contra el trabajo infantil y, a propósito de esa fecha, el Inegi publicó este viernes estadísticas relacionadas con el tema en México.
Los niños que estudian y trabajan se encuentran en una situación de "doble jornada" que limita su desarrollo integral, el cual incluye no sólo la adquisición de conocimientos y habilidades por medio de la escuela, sino el tiempo necesario para el descanso y el esparcimiento, planteó el Inegi.
Prácticamente la mitad (45.6 por ciento) de los niños y adolescentes que trabajan en México, un porcentaje que el Inegi califica de "sobresaliente", combina el trabajo, las actividades escolares y la realización de quehaceres domésticos en su hogar. Alrededor de uno de cada seis (15.3 por ciento) trabaja y estudia; uno de cada cuatro trabaja y realiza quehaceres domésticos y alrededor de uno de cada siete (14 por ciento) únicamente trabaja, agregó.
Por sexo, destacó que la jornada múltiple es más evidente para las niñas y las adolescentes, universo en que 58 por ciento de ellas (casi seis de cada diez) además de trabajar, estudia y realiza tareas domésticas; solamente dos de cada 100 se dedican exclusivamente a trabajar, mientras que, destacó, tres de cada diez (31.7 por ciento) realizan actividades domésticas, pero no estudian.
"Garantizar la asistencia escolar de todos los niños y niñas es un derecho fundamental y además es un factor que contribuye a prevenir y erradicar el trabajo infantil", citó el Inegi. Sin embargo, abundó, "hay niños trabajadores que son privados del derecho a la educación".
Los datos aportados en este sentido por el organismo revelaron que cuatro de cada diez niños (39.1 por ciento) de los niños que trabajan no asisten a la escuela, porcentaje que es mayor en el conjunto de los adolescentes de 14 a 17 años que trabajan, entre los que prácticamente la mitad (51.1 por ciento) no asiste a la escuela y, particularente, siete de cada 100 (6.7 por ciento) de los adolescentes ocupados de dichas edades no ha concluido la primaria uno de cada 100 no tiene ninguna instrucción formal.
La situación económica de los hogares es la principal razón por la que los niños comienzan a trabajar, de acuerdo con el Inegi. Alrededor de tres de cada diez (28 por ciento) de los niños y adolescentes entre cinco y 17 años trabaja porque en su hogar necesitan los recursos que obtiene por ocuparse en una actividad económica; una cuarta parte, 25.5 por ciento, lo hace para poder estudiar y hacerse cargo de sus propios gastos, en tanto que uno de cada seis, 13 por ciento, busca contribuir con el ingreso de sus hogares.
En cuanto a las consecuencias personales que tiene para los infantes y adolescentes el dejar de trabajar, 29.8 por ciento de las niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años ocupados declaró que no tendría dinero para sus estudios, vestido y/o diversión; 18.6 por ciento no aprendería un oficio, lo que le haría irresponsable, mientras que 2.8 por ciento reportó que en caso de no trabajar podría volver a la escuela o a los quehaceres del hogar, mencionó el Inegi.
En lo que se refiere a las repercusiones que habría a nivel del hogar, aunque poco más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes (56.2 por ciento) consideran que no habría repercusiones, 17 por ciento declaró que el ingreso económico de su hogar se vería afectado si dejara de trabajar.
Las actividades en las que se encuentran ocupados son diversas, no obstante, destaca que 29.7 por ciento de la población infantil ocupada se desempeña como trabajadores agropecuarios; uno de cada cinco, 21 por ciento, son trabajadores industriales, artesanos o ayudantes y un universo similar, 20.7 por ciento, son comerciantes o empleados de comercios establecidos.
Por sexo se observan diferencias importantes, ya que cerca de cuatro de cada 10 hombres de 5 a 17 años se dedican principalmente a las actividades agropecuarias, mientras que para el caso de las mujeres, la mayor proporción de ellas se desempeña principalmente como comerciantes o empleadas de comercios establecidos (32.1 por ciento).
"Debido al alto número de niños y niñas de 5 a 17 años que participan en actividades agropecuarias, es razonable que las zonas menos urbanizadas presenten una tasa de ocupación infantil mayor que las más urbanizadas, es así que en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes el indicador se encuentra en 12.9 por cada 100, mientras que en localidades urbanizadas es de 7.4 por cada 100", abundó.
La Ley Federal del Trabajo prohíbe el trabajo de los menores de catorce años y para los adolescentes de 14 y 15 años establece como condición una jornada máxima diaria de seis horas. Sin embargo, estableció el Inegi, los datos muestran que esta condición no se cumple cabalmente, ya que del total de niños y adolescentes de 5 a 17 años ocupados casi la tercera parte (31.5 por ciento) tiene jornadas laborales de 35 y más horas a la semana, situación que limita la oportunidad de realizar actividades recreativas y de esparcimiento, y es un factor que contribuye a la deserción escolar.
Por sexo, se observa que los hombres cubren jornadas más largas que las mujeres: Uno de cada tres, 33.5 por ciento, de los niños ocupados de 5 a 17 años cubren 35 y más horas, en tanto que el porcentaje de niñas y adolescentes en la misma situación es de 27.2 por ciento.
En cuanto a la remuneración por su trabajo, la información muestra que 44 de cada 100 niños (44.1 por ciento) que realizan actividades económicas no recibe un ingreso por ellas, seguidos por aquellos que reciben hasta un salario mínimo (28.3 por ciento) y solamente 8 por ciento percibe ingresos mayores a dos salarios mínimos.
Las niñas, niños y adolescentes que trabajan pueden estar expuestos a actividades o situaciones que impliquen un riesgo de causarles algún daño en su salud física, mental o moral, ya sea por la misma naturaleza del empleo o por las condiciones en las que este se efectúa.
Del total de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años que trabajan, 14.2 por ciento ha tenido cansancio o agotamiento a consecuencia de su jornada y 4.4 por ciento reportó haber sufrido un accidente o lesión en su trabajo. Por otra parte, de los niños que trabajan y que realizan actividades en donde cargan algún objeto pesado, 25.3 por ciento mencionó haber sufrido dolores de espalda o musculares y 2.8 por ciento heridas, cortadas o fracturas.
El lugar en el que los niños trabajan también es un factor de riesgo latente que pone en peligro la integridad del infante, sobre todo cuando pasan la mayor parte de su tiempo laboral en un ambiente hostil y sin protección de su familia, panorama que aumenta el riesgo de ser víctimas de abuso físico y sexual; en este sentido, 4.6 por ciento de la población infantil ocupada de 5 a 17 años, trabaja en un crucero vial, calle o avenida, situación que se acentúa más en las niñas de 5 a 13 años (8.7 por ciento).
Aproximadamente tres millones de niños y adolescentes de entre cinco y 17 años de edad realizan alguna actividad económica, apuntó el Inegi. Este universo equivale a que 10.5 de cada 100 niños mexicanos trabajan y de ellos, poco más de dos terceras partes (68 por ciento) son varones y una tercera parte (32 por ciento) mujeres, abundó el organismo.
Por grupo de edad, tres de cada diez niños o adolescentes que trabajan son infantes de cinco a 13 años y el resto, siete de cada diez, adolescentes entre 14 y 17 años, añadió.
En México, la protección de la población infantil contra las formas de trabajo se encuentra plasmada en la Constitución y se materializa en la Ley federal del trabajo, en la que se establece la prohibición para que los niños menores de 14 años trabajen, recordó el Inegi. En el caso de los adolescentes de 14 a 17 años lo permite siempre que exista un permiso de los padres, cuando haya compatibilidad entre el estudio y el trabajo y mientras se salvaguarde el bienestar de los niños, abundó.
La Organización Internacional del Trabajo estableció el 12 de junio como el Día mundial contra el trabajo infantil y, a propósito de esa fecha, el Inegi publicó este viernes estadísticas relacionadas con el tema en México.
Los niños que estudian y trabajan se encuentran en una situación de "doble jornada" que limita su desarrollo integral, el cual incluye no sólo la adquisición de conocimientos y habilidades por medio de la escuela, sino el tiempo necesario para el descanso y el esparcimiento, planteó el Inegi.
Prácticamente la mitad (45.6 por ciento) de los niños y adolescentes que trabajan en México, un porcentaje que el Inegi califica de "sobresaliente", combina el trabajo, las actividades escolares y la realización de quehaceres domésticos en su hogar. Alrededor de uno de cada seis (15.3 por ciento) trabaja y estudia; uno de cada cuatro trabaja y realiza quehaceres domésticos y alrededor de uno de cada siete (14 por ciento) únicamente trabaja, agregó.
Por sexo, destacó que la jornada múltiple es más evidente para las niñas y las adolescentes, universo en que 58 por ciento de ellas (casi seis de cada diez) además de trabajar, estudia y realiza tareas domésticas; solamente dos de cada 100 se dedican exclusivamente a trabajar, mientras que, destacó, tres de cada diez (31.7 por ciento) realizan actividades domésticas, pero no estudian.
"Garantizar la asistencia escolar de todos los niños y niñas es un derecho fundamental y además es un factor que contribuye a prevenir y erradicar el trabajo infantil", citó el Inegi. Sin embargo, abundó, "hay niños trabajadores que son privados del derecho a la educación".
Los datos aportados en este sentido por el organismo revelaron que cuatro de cada diez niños (39.1 por ciento) de los niños que trabajan no asisten a la escuela, porcentaje que es mayor en el conjunto de los adolescentes de 14 a 17 años que trabajan, entre los que prácticamente la mitad (51.1 por ciento) no asiste a la escuela y, particularente, siete de cada 100 (6.7 por ciento) de los adolescentes ocupados de dichas edades no ha concluido la primaria uno de cada 100 no tiene ninguna instrucción formal.
La situación económica de los hogares es la principal razón por la que los niños comienzan a trabajar, de acuerdo con el Inegi. Alrededor de tres de cada diez (28 por ciento) de los niños y adolescentes entre cinco y 17 años trabaja porque en su hogar necesitan los recursos que obtiene por ocuparse en una actividad económica; una cuarta parte, 25.5 por ciento, lo hace para poder estudiar y hacerse cargo de sus propios gastos, en tanto que uno de cada seis, 13 por ciento, busca contribuir con el ingreso de sus hogares.
En cuanto a las consecuencias personales que tiene para los infantes y adolescentes el dejar de trabajar, 29.8 por ciento de las niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años ocupados declaró que no tendría dinero para sus estudios, vestido y/o diversión; 18.6 por ciento no aprendería un oficio, lo que le haría irresponsable, mientras que 2.8 por ciento reportó que en caso de no trabajar podría volver a la escuela o a los quehaceres del hogar, mencionó el Inegi.
En lo que se refiere a las repercusiones que habría a nivel del hogar, aunque poco más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes (56.2 por ciento) consideran que no habría repercusiones, 17 por ciento declaró que el ingreso económico de su hogar se vería afectado si dejara de trabajar.
Las actividades en las que se encuentran ocupados son diversas, no obstante, destaca que 29.7 por ciento de la población infantil ocupada se desempeña como trabajadores agropecuarios; uno de cada cinco, 21 por ciento, son trabajadores industriales, artesanos o ayudantes y un universo similar, 20.7 por ciento, son comerciantes o empleados de comercios establecidos.
Por sexo se observan diferencias importantes, ya que cerca de cuatro de cada 10 hombres de 5 a 17 años se dedican principalmente a las actividades agropecuarias, mientras que para el caso de las mujeres, la mayor proporción de ellas se desempeña principalmente como comerciantes o empleadas de comercios establecidos (32.1 por ciento).
"Debido al alto número de niños y niñas de 5 a 17 años que participan en actividades agropecuarias, es razonable que las zonas menos urbanizadas presenten una tasa de ocupación infantil mayor que las más urbanizadas, es así que en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes el indicador se encuentra en 12.9 por cada 100, mientras que en localidades urbanizadas es de 7.4 por cada 100", abundó.
La Ley Federal del Trabajo prohíbe el trabajo de los menores de catorce años y para los adolescentes de 14 y 15 años establece como condición una jornada máxima diaria de seis horas. Sin embargo, estableció el Inegi, los datos muestran que esta condición no se cumple cabalmente, ya que del total de niños y adolescentes de 5 a 17 años ocupados casi la tercera parte (31.5 por ciento) tiene jornadas laborales de 35 y más horas a la semana, situación que limita la oportunidad de realizar actividades recreativas y de esparcimiento, y es un factor que contribuye a la deserción escolar.
Por sexo, se observa que los hombres cubren jornadas más largas que las mujeres: Uno de cada tres, 33.5 por ciento, de los niños ocupados de 5 a 17 años cubren 35 y más horas, en tanto que el porcentaje de niñas y adolescentes en la misma situación es de 27.2 por ciento.
En cuanto a la remuneración por su trabajo, la información muestra que 44 de cada 100 niños (44.1 por ciento) que realizan actividades económicas no recibe un ingreso por ellas, seguidos por aquellos que reciben hasta un salario mínimo (28.3 por ciento) y solamente 8 por ciento percibe ingresos mayores a dos salarios mínimos.
Las niñas, niños y adolescentes que trabajan pueden estar expuestos a actividades o situaciones que impliquen un riesgo de causarles algún daño en su salud física, mental o moral, ya sea por la misma naturaleza del empleo o por las condiciones en las que este se efectúa.
Del total de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años que trabajan, 14.2 por ciento ha tenido cansancio o agotamiento a consecuencia de su jornada y 4.4 por ciento reportó haber sufrido un accidente o lesión en su trabajo. Por otra parte, de los niños que trabajan y que realizan actividades en donde cargan algún objeto pesado, 25.3 por ciento mencionó haber sufrido dolores de espalda o musculares y 2.8 por ciento heridas, cortadas o fracturas.
El lugar en el que los niños trabajan también es un factor de riesgo latente que pone en peligro la integridad del infante, sobre todo cuando pasan la mayor parte de su tiempo laboral en un ambiente hostil y sin protección de su familia, panorama que aumenta el riesgo de ser víctimas de abuso físico y sexual; en este sentido, 4.6 por ciento de la población infantil ocupada de 5 a 17 años, trabaja en un crucero vial, calle o avenida, situación que se acentúa más en las niñas de 5 a 13 años (8.7 por ciento).
Fuente La Jornada
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