miércoles, 24 de julio de 2013

¿Amenaza Bloomberg con caída de la bolsa, devaluación del peso y fuga de capitales si no privatizan Pemex?



Alfredo Jalife Rahme

La semiótica y los conceptos son muy importantes para contrarrestar la vulgar desinformación que promueven Woodrow Wilson Center (WWC)/ITAM/IMCO, encabezados en forma desaseada por el estadunidense Duncan Wood (Ver Bajo la Lupa, 21/07/13).
No es lo mismo una privatización doméstica, oiko-privatización (del griego oikos: casa), que una xeno-privatización (foránea: del griego xenos).
Así, cuando se habla de privatización de las aguas profundas/ shale gas (gas esquisto/lutitas) se promueve la xeno-privatización, que dispone tanto de la tecnología madura para las profundidades océanicas como del monopolio técnico del controvertido fracking (fracturación hidráulica: que requiere inmensas cantidades de agua, de las que carece el norte de México), tan deletéreo para el medio ambiente.

La xeno-privatización contrasta así con la oiko-privatización.
Para cualquier debate civilizado y racional sobre el futuro de Pemex se debe usar el lenguaje con definiciones universales y no con la hermenéutica reduccionista de la teología neoliberal.
Los entreguistas, pactistas, catastrofistas peroran en forma absurda sobre su obsesión semántica: la competencia (sic), de la que justamente carecen, cuando la competitividad (sic) neoliberal mexicana ocupa un lastimoso lugar 53 en el ranking global (Ver Bajo la Lupa; 07.07.13).
Es fundamental disponer de un lenguaje universal que no se preste a confusiones deliberadas: como la palabra modernizacion, que en su genuina semántica es contraria al retroceso de la reforma entreguista y pactista del PAN, que beneficia geopolíticamente a las trasnacionales de EU y Gran Bretaña en detrimento de la independencia, libertad y seguridad energética de México.
Se debe definir el origen y la ubicación de la privatización –si es foránea o doméstica– y, sobre todo, contrastar las tramposas traducciones que no son las mismas en español (por temor al repudio ciudadano) que en inglés (para seducir a los inversionistas de Wall Street/La City), como sucedió con el obsceno artículo del The Wall Street Journal (Ver Bajo La Lupa, 30/06/13) y en forma flagrante con el reporte WWC/ITAM/IMCO que encabezó el estadunidense Duncan Wood y cuya frase clave –que encubre la bursatilización a través de los operadores y la nueva contabilidad de las aguas profundas/ shale gas– no corresponde en inglés con su traducción timadora en español.
Vale la pena repetir la versión inglesa: un contratista (sic), aunque reciba honorarios por sus servicios, no puede contabilizar (sic) las reservas de gas y petróleo, ni puede reclamar la propiedad (¡súper sic!) de los hidrocarburos que ayuda a explotar, mientras el operador (¡súper sic!) sí lo puede hacer.
Comenté respecto a su traducción hierática: Se impone el concepto de los operadores (sic) para contabilizar y bursatilizar las reservas de gas y petróleo y reclamar su propiedad (¡súper sic!). Aquí subyace la gran trampa de exigir los cambios a la Constitución.
En fechas recientes los controvertidos Consejeros profesionales (sic) de Pemex se han soltado de la lengua y se han extralimitado en sus atribuciones de empleados públicos: el caso de uno de los 18 firmantes del reporte entreguista/pactista/catastrofista del WWC/ITAM/IMCO.
Pero nada se compara a otro consejero profesional (¡súper sic!), Héctor Moreira Rodríguez, ungido por el PAN calderonista, quien participó sin pulcritud en la Conferencia Bloomberg-México en New York a rematar a Pemex (donde labora).
Sería conveniente que el director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, aclare si las posturas metastáticas de sus incontinentes consejeros profesionales representan el punto de vista oficial.
Movilización del pasado 12 de abril frente a oficinas de Petróleos Mexicanos en la capital del paísFoto La Jornada/Horacio Zamora
¿Quién controla a los desaforados consejeros profesionales de Pemex, que en el organigrama burocrático son empleados sin capacidad decisoria?
Al rato hasta algunos de los desprestigiados consejeros del IFE van a opinar en Wall Street sobre la privatización de Pemex.
Más allá de las torcidas opiniones del filopanista Héctor Moreira, anterior funcionario de la Secretaria de Energía con Calderón, lo que importa es la percepción de Bloomberg y del omnipotente banco JP Morgan Chase (Ver Bajo la Lupa, 10/07/13), quienes se frotan las manos sobre la muy cantada xeno-privatización.
Mientras los consejeros profesionales de Pemex socavan en sus entrañas a la paraestatal de la que viven, los otros conferencistas del panel –Guido Cerini (director de Credit Suisse) y Nikolaj Lippmann (estratega del controvertido Morgan Stanley)– festejan que la apertura, prometida en forma unilateral por el calderonista Héctor Moreira, acelerará el crecimiento y fortalecerá al peso mexicano.
Más allá de las contradicciones internas entre panistas –los “50 mil millones de dólares de inversión foránea que infla Héctor Moreira y los 30 mil millones anuales que determina el presidente del PAN, Gustavo Madero (Nótese: un diferencial de 20 mil entre los portavoces del mismo partido, que no es una cifra menor)–, Bloomberg, la importante agencia financiera con sede en New York, chantajea subliminalmente al gobierno: Una desaceleración en la expansión económica presiona a Peña Nieto para obtener la aprobación de abrir la industria energética para estimular la colecta de impuestos, lo cual, en caso de concretarse, elevaría el crecimiento a 6 por ciento. Esta cifra alegre de un crecimiento de 6 por ciento constituyó el ridículo mantra sin sustento del equipo económico de Fox. ¡Déja vu!
Lo más relevante del panel fue la ominosa advertencia de Eduardo Cepeda, funcionario del banco JP Morgan Chase en México: La bolsa de valores de México puede derrumbarse 10 por ciento (¡súper sic!) si ninguna de las reformas prometidas(¡súper sic!) son realizadas este año.
Si no me equivoco, un 10 por ciento del ominoso desplome constituyen alrededor de 50 mil millones. ¡Uf!
Las amenazas son prístinas: la bolsa mexicana, según Bloomberg, se ha caído 8.4 por ciento en lo que va del año, comparado con declinaciones de 25 por ciento en Brasil, 12 por ciento en Chile y 15 por ciento en Colombia.
Por cierto, Héctor Moreira alucinó que existe un amplio (sic) consenso (¡súper sic!) para cambiar la Constitución respecto a Pemex. ¿Dónde está tal amplio consenso?
Al contrario: existe un extenso repudio ciudadano, reconocido por el neoliberal CIDE y hasta por el sondeo de la Cámara de Diputados –los cuales, a mi juicio,subestiman la verdadera profundidad de la repulsión generalizada a la xeno-privatización.
¿Empezó ya el abierto póker neoliberal con todas las amenazas subliminales de desplomar la bolsa, vapulear al peso y propiciar la fuga de capitales golondrinos?
Todo ello en su conjunto arrodillaría al gobierno de Peña Nieto, que padece un subejercicio en el gasto público, una grave crisis de deuda estatal, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el derrumbe de las Afores.
La afilada espada de Damocles, neoliberal y financierista, pende ya sobre la cabeza de Pemex para su decapitación xeno-privatizadora.

Fuente Proceso

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